· IX ·

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Sus ojos se abrieron por una ventisca garrafal que recorrió toda la alcoba; donde hasta hacía unos momentos yacía durmiendo, y soltando un estornudo, rápidamente se sentó, viendo la ventana rota, y frotándose los ojos para despabilar, se dio cuenta que ya comenzaba a amanecer.

Aun aturdido, recorrió visualmente el lugar, recordando de inmediato la razón de su estadía allí y sintiendo más sueño que temor, se dirigió hacia aquella ventana para ver si podía sellarla.

En medio de su revisión, asomó el rostro hacia fuera y rápidamente perdió todo síntoma del sueño por el aire frío que golpeo su piel.

Sus ojos entrecerrados se fijaron en la mezcla de flores y plantas silvestres que rodeaban al castillo, y más allá, el bosque cubría los alrededores.

El príncipe suspiró y negó con la cabeza, retirando su rostro de allí, para abrir la puerta vieja del balcón y atravesarla, dando con el mismo resultado al tener una vista más clara.

Ni siquiera había indicios de un camino o sendero por el que podría huir.

Negándose a aceptar algo así y olvidando que él no era el único que vivía allí, Kyungsoo rápidamente salió de su dormitorio para entrar en algún cuarto del otro lado del castillo y asegurarse de sus especulaciones por completo.

El lugar era bastante grande, por lo que le costó dar con el lugar deseado y ya para cuando el sol ya se hallaba en medio del cielo; cayó de rodillas sobre la superficie sucia del balcón por el que en un último intento, había tratado de visualizar algo.

Se froto fuertemente el rostro y dejando salir un suspiro para mantener la calma, se levando y regreso a la habitación donde había pasado la noche.

Estaba seguro de que si intentaba escapar, terminaría perdido y muriéndose de frio o hambre allá afuera.

Sabía que aunque dudaba de las palabras de aquella criatura, estaba obligado a confiar en ellas porque no podría llegar muy lejos, siendo que ni siquiera tenía idea alguna de su ubicación.

Un sonido proveniente de la puerta de su ahora alcoba, le hizo voltear en aquella dirección alarmado y aterrado, pero apenas y pudo calmarse al ver que solo se trataba de una muy ruidosa rata.

Entonces recordó que no debería sentirse rendido, no cuando solo había pasado una noche de su estadía allí.

Centrando su mente para recaudar valentía y sacarse más valor; ahora con la finalidad de explorar, una vez más, salió de allí para dirigirse sigilosamente a los pasillos y ver el lugar detalladamente, esperando no toparse con el que era su único acompañante allí; diciéndose a sí mismo que podía hacerlo y que no le pasaría nada.

Trago saliva de manera ruidosa mientras bajaba por las escaleras y se percataba de las manchas de sangre en las paredes cubiertas de insectos, telarañas y polvo, en conjunto al aroma a moho y humedad.

Ya en medio de otro pasillo ancho, cubierto de finas y viejas alfombras, lo que llamo su atención, fue el gran portón en uno de los extremos de esta. Con una curiosidad que le gritaba que entrara allí, primero se fijó a su alrededor asegurándose de que no había nadie, y a paso lento se acercó a abrir uno de los lados de aquel portón, con el suficiente espacio para que quepa su cuerpo, ya que el sonido chirriante de la madera vieja lo estaba delatando.

Sus ojos se volvieron ansiosos y curiosos, al ver un comedor tan amplio y refinado, con cubiertos de plata, tazas y platos de la más fina porcelana, y adornos hechos de lo que parecía oro puro— Esto es... demasiado —susurro.

Alzo la mirada para fisgonear más de su entorno, dando sin querer, con un retrato y fue entonces cuando la sintió como si le cortaran el aire.

Quiso asegurarse de que solo se trataba de una ridícula impresión y que sus ojos solo le estaban engañando; así que se acercó y estiro sus extremidades superiores, apenas alcanzando aquel cuadro viejo que al tenerlo entre sus manos, repaso una de sus mangas por la imagen que contenía, quitando el polvo que lo cubría.

Lo primero que vio más claramente fue la imagen de un joven apuesto, tal vez de su misma edad, el cual tenía la piel levemente morena, el flequillo bien peinado a un lado y llevaba puesto un traje propio de alguien que pertenecía a la realeza, al igual que él, sin embargo no era esto lo que había acaparado su atención desde un principio.

Lo que en aquel momento había terminado por robarle el aliento, era el nombre que estaba escrito en un extremo del marco y en letras pequeñas, que ahora si podía ver muy claramente, tanto que un escalofrió recorrió su columna vertebral al releer aquel nombre una y otra vez.

"Kim Kai"    










AnateMA [Kaisoo]Dove le storie prendono vita. Scoprilo ora