· XXIII ·

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"Esto... es... extraño..."

El rey medito, percatándose de cada una de las acciones de los individuos pertenecientes a aquella multitud, aquella multitud que estaba seguro, le tenían una lealtad que podría perecer únicamente con la muerte. Siendo él visto, como el único Señor de aquellas tierras; el más justo, el más humilde y de gran corazón, del tipo que nunca a la lo largo de la historia había subido al trono.

Ese día se sentía diferente, ya que cuando solía reunirlos a todos, usualmente se oían muchos gritos de adoración, apoyo, agradecimiento y admiración, estando el mismo satisfecho y feliz por su propio esfuerzo para cambiarlo todo con una visión pacifica, que de a poco había comenzado a dar frutos. Pero ahora, a pesar de tener un apoyo de tal magnitud, se sentía inquieto.

Sacudiendo la cabeza, mando a volar todos aquellos pensamientos que le hacían dudar y obligándose a sí mismo a mantener la compostura, siguió adelante.

— Ya es hora de comenzar... —repuso dirigiéndose a cada persona que lo seguía con la mirada curiosa— Sehun —continuo, emitiendo un nombre desconocido, mientras apartaba la mirada de todos, dándoles la espalda y se acercaba al cuerpo de aquella persona con el torso desnudo, puesta de rodillas sobre el suelo, con los ojos vendados y las muñecas atadas a las ramas de un árbol, manteniéndola enderezada.

Entonces el cuervo que vigilaba cada uno de los movimientos del rey desde la torre más alta del castillo, emprendió el vuelo en su dirección y aterrizo tras el en la forma de un hombre de cabellera rojiza, con el rostro desprovisto de emoción alguna, provocando un jadeo de sorpresa y extremo temor en cada quien que fue testigo de aquella escena.

El recién nombrado Sehun, fijo sus orbes oscuros en aquel rey que acariciaba la mejilla de su hijo sedado y de una manera casi imperceptible, curvó sus labios en una sonrisita extremadamente maliciosa.

— Papá... —susurró tenuemente el chico atado, mientras lentamente comenzaba a reaccionar llamando a su progenitor sin el título que le correspondía.

— El Señor de Señores —comenzó a recitar burlonamente el pelirrojo sin una pizca de vergüenza o miedo al dirigirse a quien aún acariciaba la mejilla de su hijo, que ya estaba comenzando a mover sus extremidades atadas y cabeza de a poco.

— Rey de Reyes —continuo a sabiendas de que estaba siendo atentamente escuchado— Kim Kai —soltó el nombre completo con placer— Desea prevalecer por siempre ¿No es cierto? —preguntó.

Las manos de Kai comenzaron a temblar, mientras continuaba acariciando de manera lenta el rostro de su hijo al que había mandado a vendar los ojos porque no deseaba ser el blanco de estos, ni que por asomo capten lo que estaba por acontecer.

Acercando sus labios a la oreja izquierda de su hijo susurro para ser oído solo por el— Kim Jongin, mi hijo —trago saliva— Tienes que saber que estoy orgulloso de ti y que lo lamento —recitó, mientras depositaba un beso en la frente de su único heredero a la corona, el cual apenas había cumplido la mayoría de edad y que irónicamente ya era la viva imagen de él.

Irguiéndose, el rey volteo en dirección a Sehun que justo como recordaba, lo miraba con carencia de sentimiento alguno, mostrando abiertamente su desinterés para con él.

— Esto es necesario para cumplir con mi objetivo —comenzó a recitar con una sonrisa confiada mal disimulada, mirando fijamente a cada una de las personas que constituían su reino y estaban presentes— Mi reino lo desea y acepta —exclamo seriamente— Y yo también lo hago —inquirió ahora correspondiendo a la mirada de aquel demonio— Acepto el trato y las consecuencias que este conlleva —declaró abrazando fuertemente a la reina que silenciosamente, emitía sollozos de puro dolor ahogándolos con sus palmas.

— ¿Papá?... —susurro dudosamente el príncipe, mientras tiraba de sus dos brazos para soltarse de sus amarres inútilmente— ¿Qué está pasando? —preguntó de inmediato, con la voz temblorosa y temerosa, ahora consciente de su alrededor— ¡PAPÁ! —volvió a llamarle con fuerza, notándose como Jongin daba todos sus esfuerzos para no perder la compostura.

Ante el estado de aquel chico, que aunque intentara ocultarlo se veía enormemente vulnerable, el recién llegado sonrío de un modo amplio mientras se acercaba a él con pasos flojos y sigilosos.

— ¡¿Quiénes son las personas que osan secuestrarme?! —gritó Jongin, sin ceder en sus intentos por soltar sus extremidades con fuerza— ¡Cuando mi padre, el rey se entere de esto, les hará pagar! —vocifero en un desesperado intento por sembrar el miedo en las personas que lo rodeaban, porque sí, Jongin presentía que habían varios individuos observándole.

Sehun se puso de cuclillas, frente al hijo del rey, observando atentamente como este se retorcía al igual que un gusano.






Y todos contuvieron el aire ante lo que aquel despiadado demonio en forma de hombre, iba a hacer con el joven príncipe, al ver como el rostro de este era rozado por los dedos del pelirrojo.











Kai - padre

Jongin - hijo



AnateMA [Kaisoo]Where stories live. Discover now