23.

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"Lo que se hace por amor está más allá del bien y del mal." —Friedrich Nietzsche


18 horas antes

Observamos la casa desde la distancia. Se oye Memories resonando a todo volumen. Dejo caer mis hombros.

—Quiero criticar su gusto musical—confieso—, pero no puedo.

Diana pone una mano sobre mi hombro a la vez que asiente.

—Es imposible criticar a Kid Cudi.

—Sarah—habla Reagan—, ¿tienes el tinte?

Esta saca un par de botellas de su bolso y muestra su pulgar.

—Dom, ¿el alcohol? —pregunto yo, con las manos entrelazadas.

Agita levemente su bolsa en el aire.

—Le he tenido que robar el carné de identidad a mi hermana pero... Lo tenemos.

Reagan sonríe con orgullo, y me contagia su sonrisa. Levanta las cejas una vez.

—Bailemos.

Llegamos a la entrada y yo tenía pensado llamar a la puerta, pero ésta ya está abierta. Visualizamos a Nikki y dos de sus amigas a lo lejos, riendo con vasos en mano. Y yo que creía que la fiesta que "hice" en mi casa iba a ser la última que vería en mucho tiempo. Miro a Sarah y Brenda, las cuales se despiden asintiendo con la cabeza y se van, en busca de la puerta de atrás.

Nikki nos ve por fin, y se dirige hacia nosotras. Su pelo liso cae a los lados de su cara, y va vestida como una especie de hippie de los años sesenta, excepto que "paz y amor" está lejos de ser su lema. Si hay algo que debes saber sobre Nikki Delgado es que es de esas chicas que lleva un colgante del ojo turco y tiene cristales e incienso en su habitación, excepto que en realidad es la peor persona que has conocido en tu vida.

Cuando por fin habla, nos está mirando con incredulidad y algo de confusión.

—¡Vaya! No pensé que vendríais. ¿Habéis traído alcohol?

Dom levanta su bolsa de plástico otra vez, como un péndulo, y casi le da a Nikki en la cara. Ambas fuerzan una sonrisa.

—Claro que hemos venido—le contesto—. Qué demonios, vamos a jugar un amistoso mañana, ¿no? En nombre del equipo, propongo hacer una tregua.

Nikki se nos queda mirando, con recelo.

—Entonces...—me dice, todavía con aires de superioridad—¿Sin rencores?

Reagan sonríe de lado, y me mira un momento antes de volverse hacia ella y decir:

—Sin rencores.

Entramos en la fiesta, e intentamos actuar como si no estuviésemos conspirando contra ellas. Nikki hace un gesto ambiguo con la mano, señalando el comedor.

—Podéis dejar vuestras cosas... en realidad, me da igual. Dejadlas donde queráis, mi madre está en un retiro espiritual hasta el martes.

Pues claro que lo está.

Una de las chicas de su equipo y teniente de Nikki, Beth, nos dice:

—¿Os apetecen unos chupitos? ¿O sois demasiado... recatadas, para eso?

Esto lo dice mirándome de arriba abajo, escéptica. Yo me rasco el cuello, la verdad es el alcohol no es lo mío. Sólo sé que probé un poco de cerveza de mi padre una vez y me supo a pis, y no entiendo por qué alguien querría beber algo que sabe tan mal.

Being number oneWhere stories live. Discover now