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Y como era de esperarse, Mark no se despertó... y tuve que buscar a otra persona para que me llevara al aeropuerto. No suelo ser muy organizado con mis cosas, o con mi vida, pero los días anteriores me la pasé revisando cada detalle con mucha atención para que no se me olvidara ninguna cosa importante. Empaqué todo lo necesario, cargué todos los documentos formales, me aseguré de guardar todas las pertenencias que consideraba importantes, para que Mark evitara tocarlas, ya que a veces suele ser muy fisgón. En fin, el día llegó y mi amigo no movió ni un solo músculo, incluso cuando lo tiré con fuerza del colchón de su cama. A veces me calienta tanto las pelotas.

Ya llevaba una hora de retraso y llamé a Jenna para ver si podía hacerme el favor, por fortuna pudo.

A Jenna la conozco desde el jardín de niños, estudiamos hasta la primaria juntos y luego perdimos contacto, ya que ella se mudó a otra ciudad. Cuando nos volvimos a encontrar fue una experiencia totalmente diferente. Siempre me ha parecido una chica muy hermosa, y con esos ojos azules como el mar y esa rubia cabellera ¿quién no pensaría que lo fuera? Salimos por unos cuantos meses pero la relación no dio para más y quedamos como buenos amigos. Agradezco tenerla a mi lado porque a pesar de todo lo que hemos pasado, es una persona muy especial para mí.

— ¿Estás nervioso? — preguntó Jenna apartando su vista levemente de enfrente para poder mirarme.

— Un poco, estoy más emocionado.

— Espero me traigas algo de ahí ¡eh! Y deja de morderte las uñas Tyler. — Jenna quitó una de sus manos del volante y me apartó con brusquedad mi mano de la boca. Odiaba admitirlo pero si estaba bastante nervioso.

— Ojalá te vaya bien en ese instituto, quizás y te den una oportunidad de trabajar ahí.

— No creo, solo voy a un curso. Tendría que tomar los dos años para que me ofrecieran una propuesta así.

— Oh bueno. Pero a ver ¡dime algo en japonés! — exclamó Jenna y sentí como mi garganta se cerraba. Ella no sabía la verdad acerca del viaje, ¿qué pensaría de mi si le dijera que solo voy por vacaciones y que me importa una mierda el estudio?

Traté de inventarme alguna excusa chusca para poder salir de la situación, pero nada se me venía a la mente. Comencé a frotarme las manos con desesperación y desvíe la mirada hacia mi ventana, Jenna pareció notarlo porque en seguida tosió para llamar mi atención.

— E-e-eh... niahao... kem ¿shu? — debo ser idiota para inventarme semejante estupidez. Estoy seguro que ni la oración se puede traducir.

— ¡¿Qué significa, qué significa?! — dijo Jenna con emoción, al menos le veía algo de coherencia.

— Buenos... días, si... eso. — dije con mucha inseguridad y Jenna rió divertida. ¿Qué le causaba gracia? ¿Mi estupidez o la forma en como pronuncié las palabras?

— Genial Tyler, estoy segura que impresionarás a todos con tu acento. — Jenna me sonrió y yo le devolví una sonrisa incómoda. Me sentí una mala persona por engañarla así, solo espero que no se le de por buscar esa palabra.

Llegamos al aeropuerto luego de unos 20 minutos más. Hubieran sido menos de no haber sido por la joda de tráfico que tuvimos que atravesar. Debía estar en el área de espera desde las 8:00 am y ya eran las 8:45. Pude haber llegado antes de no ser por el estúpido de Mark que no se despertó.

Tomé todas mis maletas y las llevé a revisión junto con mis demás documentos. Una vez hecho el chequeo me despedí rápidamente de Jenna y antes de salir corriendo hacia la sala en donde me tocaba esperar, me sujetó de la muñeca y me plantó un corto y suave beso en los labios. Sonrió levemente y me guiñó el ojo, para luego darse la vuelta e irse. Entré como en un pequeño shock y me sentí extraño por lo que acababa de pasar. Sentí una sensación de cosquilleo en el pecho pero preferí no darle importancia y me fui directo hacia la sala.




Mi vuelo se retrasó, como típicamente suele ocurrir, y en lugar de abordar a las 9 am el avión terminó saliendo hasta las 11. Lo único positivo de tener que esperar más tiempo es que pude desayunar y hacer todas esas tonterías que la gente hace cuando espera por su vuelo.

El viaje se me hubiera hecho eterno de no haber sido por el puñado de pastillas para dormir que me había tomado antes. Siempre he tenido problemas de insomnio y lo único efectivo, que por ahora me ha funcionado, son esas benditas píldoras. El viaje duró alrededor de unas 13 horas, aunque claro, no experimenté cansancio sino hasta que bajé del avión y sentí todos mis huesos crujir y mis músculos estaban adormecidos.

Al fin me encontraba en la bella ciudad de Tokyo, con todos esos carteles luminosos y las calles repletas de gente. Ya era de noche cuando llegué, y estaba muerto de cansancio así que no podía hacer mucho. Un señor de unos 50 años aproximadamente me recibió en el aeropuerto. Era muy bajito y hablaba divertido, tuve que controlarme para no reírme en su cara. Subimos a un taxi y charlamos un rato durante el recorrido, se supone que me llevaría al lugar en donde me hospedaría durante un mes.

Luego de unos minutos el taxi nos dejó en unos pequeños departamentos que se veían bastante lujosos, no se parecía en nada al que Mark y yo compartimos ahí en Ohio. Están diseñados especialmente para estudiantes extranjeros que hayan llegado a la ciudad con la intención de estudiar o visitar. El señor Fujiwara, si bien recuerdo su raro apellido, me ayudó a registrarme en el departamento y me entregó la llave del mismo.

— Muy bien joven Joseph, cleo que ya cuenta con toda la infolmación necesalia para acomodalse en este lugal. — habló el señor Fujiwara y me sonrió amistosamente, asentí de la misma manera.

— Muchas gracias señor, espero verlo pronto. — me retiré para subir por el ascensor pero el señor me detuvo.

— Sé que está cansado, pelo si se anima a salil a conocel un poco. Tenga. — y me entregó un pequeño papel con algunos nombres rarísimos escritos.

— Qué... ¿es todo esto?

— Son algunos de los lugales que quedan celca pol esta zona. La mayolía son bales y kalaokes. Los jóvenes extlanjelos como tú pleguntan mucho pol estos lugales.

Le agradecí amablemente por la información y ambos nos retiramos hacia diferentes extremos. Subí con todas mis maletas por el ascensor y en lo que subía me puse a leer el papel. Hubo un lugar que captó especialmente mi atención. Tenía el nombre de "Bad Kitty", y por más extraño que sonaba, tuve la curiosidad de ver de qué se trataba. Una vez que entré a mi pequeño departamento, dejé mis maletas, tomé una ducha rápida y bajé nuevamente por el ascensor para ir camino hacia ese lugar. Solo esperaba no perderme.

Lovers in Japan ~Tysh~ Where stories live. Discover now