outlasted spirit ⋄ stiles stilinski // 2

13. "Ironía"

Playlist:

Hurts Like Hell - Fleurie

You and I - One Direction

Shadows - Sabrina Carpenter

In The Dark - Cathedrals

Let the Flames Begin - Paramore

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"Me parece, que el amor podría estar etiquetado como veneno, y lo beberíamos de cualquier modo" -Atticus.

Contemplé la prístina pared blanco-crema, adornada con un par de pequeños cuadros, completamente exhausta. El cansancio de mi cuerpo no me permitía sentir mucho de nada. El tic tac ligero de un reloj, un par de pasos silenciosos, y conversaciones acalladas desde el piso de abajo, era todo lo que oía.

La puerta se abrió inesperadamente, revelando a Allison. Entró a la habitación arrastrando sus pies, llevando una bandeja metálica. Ésta tenía dos grandes tazones con vapor bailando fuera de ellos, dos vasos con jugo de naranja, y dos manzanas. Su expresión era un poco molesta, sin embargo, esa molestia cambió en un segundo, en cuanto vio mi propia cara. Alcé mis piernas hasta mi pecho y las abracé, expulsando el aire de mis pulmones con lentitud. Estaba sentada en el borde de su cama, apenas salida de la ducha, tenía puesto mi pijama -más bien un short y una camiseta que había logrado meter en mi bolso- y mi cabello todavía goteaba sobre la toalla que llevaba sobre mis hombros. Al menos ya no estaba llorando. Eso era un logro.

Ella me echó un vistazo, poniendo la bandeja sobre su cama, encendiendo la televisión sin darle atención. Parecía como si esperara que dijera algo, pero yo no podía pensar en nada. Tal vez era un poco –o muy– dramático, pero, en aquél momento, todo lo que sentía era un enorme montón de nada. Vacío. Como si alguien hubiera tomado mi gigantesca maraña de sentimientos, las hubiera encerrado muy lejos, y me hubiera dejado en piloto automático. Probablemente era el hecho de que no había tenido una adecuada noche de sueño desde... bueno, no tenía idea de cuándo había sido la última noche que había dormido durante ocho horas sin interrupciones o pesadillas.

Mi estómago gruñó del hambre, así que tomé uno de los tazones llenos de sopa de pollo.

Ahora, Allison lucía incómoda. Algo me decía que era porque no había dicho una palabra desde que había entrado a la ducha. Así que lo intenté.

–Me gusta tu habitación -fue la primera idiotez que se me ocurrió–, tienes muchos cuadros.

Ella sonrió, tomando su tazón, soplando el caldo. Una nube de vapor salió de él, viniendo hacia mi rostro. –Mi madre los colgó. Son de la última etapa que tuve, cuando me creía una artista. Claramente no funcionó.

Abrí la boca para responder, pero me interrumpió. –Ariel –dejó la sopa en la bandeja, y me observó muy seriamente–. No. No puedo seguir pretendiendo que hace media hora apareciste llorando y temblando del frío. Quiero que me digas qué sucedió.

Bajé mi mirada hacia mi tazón. Lo dejé junto al de ella, y entrelacé mis manos, observándolas como si fueran lo más interesante del planeta. –Ya te lo he dicho.

–Me dijiste que tuviste una pelea con tu padre. No es suficiente. Y me estoy asustando. ¿Acaso algo te ha sucedido?

Negué con mi cabeza de inmediato. –Estoy bien.

–No me lo creo.

Eché la cabeza hacia atrás, mirando el techo. No podía mentirle a ella. Mordisqueé la esquina de mi labio, debatiéndome sobre qué decir o no, pero me di por vencida. Y solté todo.