"Volverte A Encontrar" [Kames y Tú] Romántica

CAPÍTULO 43

Kendall Schmidt no podía creer lo que había hecho. Había dejado lo que más le importaba en la vida y lo único que le quedaba, pero ya no podía aguantar la culpa. Le dolía la cabeza, y estaba destrozado. Sentado en la cama, miraba las pertenencias de la chica que había estado con él durante un año. El año más feliz de su vida, se decía todas las noches, pero está noche no lo haría. Sabía que _____(TN) se iría a la casa de su hermana hasta que encuentre un nuevo apartamento. Schmidt suspiró, no sabía si lo que había hecho era correcto o solo había arruinado su vida. Otra vez. 

No sabía que había hecho que él se hubiera sentido incómodo, o culpable. Tal vez era porque siempre veía a Maslow y a _____(TN) tan felices juntos, y luego él llegaba y todo se arruinaba. Siempre había sabido que _____(TN) todavía tenía algunos (no algunos, muchos) sentimientos por Maslow, y él hombre no se molestaba en ocultar lo que él sentía. Cada vez se veían más enamorados, y eso no solo los lastimaba a ellos, de alguna manera también a Kendall. 

Su vida cada vez estaba dependiendo de una mujer que conocía desde hace un año, y se estaba volviendo loco, la ironía era que él era un psicólogo profesional y no se podía curar a sí mismo. Se pasó la mano por el pelo y cerró los ojos, las cosas pasaban demasiado rápido. Era verdad que el tiempo volaba, pero vuela muy rápido. 

Kendall miró a su izquierda y vio una copia del libro “El Código Da Vinci” por Dan Brown, el libro favorito de _____(TN), lo tomó y lo abrió a la primera página. Ahí estaba la dedicatoria que el autor le había puesto a _____(TN) cuando ella y Schmidt fueron a una conferencia de Brown. La sonrisa en la cara de _____(TN) era hermosa, nunca la había visto tan feliz. Fue un viernes en el que Dan Brown daba una conferencia exclusiva en uno de los salones más lujosos de San Diego, el cual, uno de los amigos más íntimos de Schmidt era dueño, Kendall le rogó por más de dos meses que le consiguiera boletos, y lo consiguió. Kendall leyó la dedicatoria:

“Querida _____(TN),

Muchas gracias por leer mis libros y apoyar los viajes de Robert Langdon. Eres de las pocas mujeres que en realidad se interesa por esto temas. Con mucho cariño te escribo esto ahora. Mucha suerte en tu vida, y ojala sigas leyendo las aventuras que Langdon te ofrece.

Con cariño, Dan Brown.”

Schmidt sintió un vuelco en el estómago. Se sentía horrible, y ya no sabía qué hacer, estaba bastante confundido, aparte del dolor de cabeza que tenía desde ya hace unas horas. Cerró el libro y lo dejó en la cómoda donde _____(TN) ponía sus cosas. Habían pasado demasiadas cosas, y él todavía no terminaba en procesarlas. Hace unos día él y _____(TN) eran inseparables, y ese día, ya no estaban más juntos. Qué raro. 

En un año: había tenido a la persona que más amaba, había encontrado a un hermano que pensaba que estaba muerto, había permanecido en coma durante más de un mes y se había dado cuenta de cuanta gente era de verdad importante en su vida. Él sabía que las cosas cambian pero, no esperaba que esa fuera a ser la manera en la que su vida iba cambiar. Solo dos personas, hicieron que su vida diera una vuelta por completo. Y la verdad, estaba agradecido.

Ya estaba aburrido de la vida que él solía llevar, cenas con gente importante, juntas con gente importante. Gente adinerada que esperaba que Schmidt los saque de una locura en la que ellos mismos se habían metido. Mujeres coqueteándole e intentar de seducir mientras él estaba locamente enamorado de la mujer del piso ocho. Entrevistas preguntando sobre su niñez y él evitándolas todas. 

Pero, ese día. Sabía que tenía un amigo, y su nombre era James Maslow. Y aunque él y _____(TN) ya no fueran pareja, sabía que ella estaría para él no importaba que. Se había dado cuenta de que a alguien le importaba, sus dos amigos, y las únicas personas que él sabía que estaría perdido sin ellas, dos personas por las que felizmente daría su vida, con la confianza que ellos harían lo mismo.

James Maslow y _____(TN) Fray, lo eran todo para él, y no importaba que. Siempre lo serían.