Mundo Cero

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... es increíble todo aquello que,

está escondido a la simple vista del hombre,

eso que por incrédulos no vemos

y gracias a dios, de lo contario,

acabaríamos con ello...


"Fragmento del Prólogo de la novela: Mundos Conectados, colección: El Mundo Que No Conocemos..."


Aquel día, nunca se me olvidara, mi padre y yo salíamos a caminar por los largos caminos del bosque, admirando y contemplando cada detalle de aquel hermoso paisaje que nos rodeaba, el silencio era solamente roto por el cantar de alguno que otro pajarillo o por las pisadas delicadas y cautelosas de algún ciervo, no éramos de esos tipos de hombres que salen a cazar y terminan con la belleza del mundo, sino más bien de esos que disfrutan al máximo de una única expresión de vida al natural, mi padre llevaba siempre aquella mochila gigante, con la que parecía que saldríamos de campamento por varios años, pero en realidad, solo se trataba de todo el equipo que mi padre necesitaba para poder cumplir con sus sueños, en aquella mochila, iban pinturas al óleo, gises pastel, crayones, lápices de colores, carboncillos y pinturas acuarela junto a pinceles, trapos viejos, godetes y bloques de hojas blancas ,marquilla u opalina, me encantaba ver a mi padre plasmando aquellos paisajes, era algo único, casi como si entrara en un tipo de transe especial, sus ojos tenían un brillo único y esa sonrisa que se dibujaba sobre su rostro, me permitía darme cuenta de lo mucho que lo disfrutaba, hace algún tiempo yo también había encontrado mi pasión, aunque no era algo como lo que mi padre hacía, en mi caso, me gustaba más el poder recolectar y analizar piedras, insectos, ramas, cualquier cosa que estuviera en la naturaleza, así que mi padre me había obsequiado mi propia mochila, claro que lo que yo llevaba era menos artístico, solo tenía frascos y álbumes, algunas brochas para despejar de tierra las cosas que levantaba, una cámara fotográfica y muchas bolsas con cierre para poder conservar las cosas de la manera adecuada.

Mientras mi padre se encargaba de plasmar de la mejor manera aquello que se presentaba ante sus ojos como una escena única y digna de recordarse, yo investigaba y exploraba lo que había alrededor, en casa había creado un tipo de vivero para mis insectos y tenía colecciones completas de hojas, rosas, plantas, rocas y cosas extrañas que me encontraba, en una ocasión levante un mosquito que estaba encapsulado en ámbar y tenía un frasco con salvia de árbol, mi padre estaba completamente contento pues sabía que aunque de distintas formas, ambos amábamos aquella naturaleza y hasta cierto punto, ambos la cuidaríamos mejor que nadie.

Mi madre era más reservada y un poco preocupona, siempre regañaba a mi padre diciéndole que no era buena idea que saliéramos a caminar entre los arboles del bosque, papá siempre le respondía que éramos responsables y seguíamos los caminos establecidos por guardabosques u otros exploradores, aunque esto en realidad no era cierto, ya que él decía que no era nada atractivo tener un portafolio lleno de caminos y escasos árboles, por ello nos adentrábamos entre los arboles más grandes o pasábamos junto a las cataratas o ríos, a veces solo nos parábamos en los riscos o en las barrancas y mirábamos fijamente lo que hubiera al otro lado, no hacía falta que lo capturáramos de ninguna forma, creíamos fielmente que debía ser algo que solo nosotros pudiéramos mantener en la memoria, nuestros ojos eran todo lo que tendría para siempre aquellas vistas, ocasos, anocheceres, algunas veces amaneceres y demás era lo que veíamos juntos.

Pero este día, era un día especial, caminábamos por una vereda algo escondida, esta no era de pavimento o de tierra acumulada como el resto de los caminos establecidos, era más bien como si hubiera estado allí desde hace muchísimo tiempo, eran piedras preciosas y únicas, a pesar de ser parecidas, ninguna era igual, trate de levantar un par, porque de verdad eran algo impresionante, pero esto no era posible de ninguna manera, parecían ser largos pilares enterrados por muchos metros, por más que rasque, no veía hasta donde llegaban, mi papá estaba impresionado por los grabados en la parte superior de estas, tanto así que colocaba hojas de papel y marcaba las impresiones con carboncillo, pero al darse cuenta de cuantas eran en total, decidió solo pedirme mi cámara y fotografiarlas, caminamos por todo el sendero, revisando claramente cada una y asombrándonos cada vez más.

Fragmentos Tomo 2Where stories live. Discover now