El Niño De Los Monstruos

16 3 0
                                    


... muchas de las cosas que nos rodean,

no son tan temibles como aparentan,

más bien, son incomprendidas y,

por lo tanto, temidas,

aunque el miedo, puede ser reciproco...


"Fragmento del Prólogo de la novela: Esos Brillantes Ojos En La Obscuridad, colección: El Mundo Que No conocemos..."


- Buenas noches cariño, descansa y sueña con los angelitos, no tardes mucho en dormir, porque mañana tienes colegio y hay que levantarse temprano

- Si mamá, no te preocupes, dormiré de inmediato

- Está bien pequeño, hasta mañana

- ¡¡Mamá!!, antes de irte, dame a Richard por favor

- Claro hijo, aquí lo tienes

Esas eran las conversaciones que mi madre y yo teníamos cada noche, tal vez no en el mismo orden o con las mismas palabras cada vez, pero sin embargo, era con el mismo sentido y buscando la misma cosa, mi madre era una mujer perfecta, al menos ante mis ojos lo era, no conocí nunca a mi padre, pero ella se hacía cargo de mí y de mi pequeño hermano Fausto, a pesar de ser madre soltera y trabajar, siempre hubo tiempo para nosotros y la confianza que había entre nosotros tres, era algo increíble, sin embargo, no pude contarle a mi madre en esos momentos, que era lo que estaba sucediendo, ni siquiera, que fue lo que paso en aquel primer encuentro.

Era mi cumpleaños número cinco, mi madre me había sorprendido con un enorme pastel de chocolate, mi hermanito tenía tres años y lo traía en brazos, entre las palabras de mi madre y los balbuceos de mi hermanito, sabía que me estaban cantando las mañanitas, no pude hacer más que poner esa cara de tonto que todos ponemos al escucharlas, ese rostro absurdo de no saber que hacer o cómo reaccionar, pero al final, de un sentimiento de gusto, comí una enorme rebanada de pastel y tres emparedados , una riquísima gelatina de grosella y un pequeño cuernito con jamón, para bajarlos tome casi dos vasos de chocolate caliente, estaba completamente contento, mi madre y mi hermano se veían tan alegres, después del desayuno nos sentamos frente al televisor y vimos programas cómicos por toda la mañana, a la hora de la comida, mi madre me preparo mi platillo favorito y comimos como excepción por la ocasión especial, en la sala, todos en pijamas y tapados solo por las cobijas que habíamos desprendido de las camas, luego vimos películas y justo antes de la hora de dormir, en plena cena, mi madre había preparado un par de queso con zarzamora, nos sirvió un pedazo y un poco de té de yerbabuena, que por cierto, era mi favorito, entonces fue cuando saco una caja mediana, envuelta en papel rojo y dorado con un enorme moño que resaltaba por ese tono blanco, lo extendió con su brazo hasta mí y me pidió que lo abriera, pero que antes leyera la tarjeta que traía pegada a un lado, por lo que la tome y leí en voz alta:

"... esto es para mi pequeño Dian, en tu quinto cumpleaños recibe este obsequio de parte de tu padre, que, si bien no me conoces, no es porque no haya querido estar allí, es más bien porque el tiempo de conocernos, no ha llegado aún, mientras llega dicho momento, cuida por favor de mi pequeño Richard, el necesitara ayuda y sé que tu serás ese paladín, que el necesita a su lado, te amo hijo, atentamente, tu padre.... Bastille..."

Aquellas palabras me encantaron en ese momento, al fin sabia algo de mi padre, él no se había ido simplemente porque si, más bien era que tenía algo que hacer, entonces rompí la envoltura eufóricamente y me encontré con ese muñeco extraño, casi deforme pero de alguna manera, perfecto, lo tome con mis manos y lo abrace tan fuerte como pude, casi como queriendo que ese abrazo lo sintiera mi padre, pero ahora tenía dos dudas importantes y relevantes, así que hice todo aquello que habría hecho un niño de esa edad, simplemente, le pregunte a mi madre:

Fragmentos Tomo 2Where stories live. Discover now