32.

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Simón.

— ¡Siete días!— grité al posar mis manos en la barra bastante enojado — ¡Siete malditos días!—  volví a exclamar y mis amigos me miraron sin entender— ¡Una semana que Ámbar y Benicio no paran de hablar ni reír por todas partes!

— ¿Pero ustedes no estaban de novios?  

" — ¿Qué ha pasado?— le pregunté a mi novia quien llegaba al Jam and Roller cabizbaja y triste.— ¿Has hablado con Sharon?

  — Voy a volver a su casa Simón.— fruncí el ceño— No quiero que me haga la vida imposible y en tan solo unas horas ya lo hizo...— soltó una pequeña risa triste y subió su mirada fijándola en mí — No puedo iniciar una guerra contra Sharon porque ella siempre me va ganar y además tampoco quiero, es la única familia que tengo.

  — ¿Qué te ha dicho esa vieja sin vergüenza para que ahora me digas esto?— escupí indignado— Ayer la odiabas y hoy...

— Nunca la odie.— abrí mis ojos algo perplejo por su respuesta— Yo a Sharon la quiero y mucho, ella me crió, me dio un futuro, al fin y al cabo ella sí es mi mamá, la única que tengo y quiero tener.— definitivamente  Sharon le había lavado el cerebro— Y no vuelvas a decirle vieja sin vergüenza ni a darle ningún apodo.  

 — ¿Qué vamos a hacer con el departamento? — cambie de tema algo enojado.

 — Ir a buscar nuestras cosas y irnos.— dijo obvia y asentí con la cabeza — Igual entre nosotros todo va a seguir igual porque le dije que yo solo iba a volver si me dejaba estar con vos y dijo que sí.

—  Okay. — dije sin importancia.

— ¿Qué te pasa Simón?

— Me pasa que luego de todo lo que te ha hecho tu vuelves a dejarte manipular por ella ¿Donde quedo la Ámbar que se llevaba a todos por delante sin importar quién era? — ella tragó saliva y la fulminé con la mirada— Has ido a su casa y con solo unas palabras mira lo que te ha hecho, pareces uno de sus soldados ¿Sharon tu mamá? — reí irónico—Por favor, siempre te ha menospreciado, criticado, humillado y lo peor de todo mentido ¿Y encima tú dices que es tu mama? — negué con la cabeza— No puedo creerlo, al final eres como las chavas que los novios les pegan, que se van y como ellos le dicen que van a cambiar vuelven pero nunca cambian ¿Entiendes la comparación?

— ¡Es mi vida Simón y vos no podes meterte en eso!  

Iba a responderle, pero ella lo único que hizo fue colgar su mochila en su hombro y retirarse de la escena dejándome con la palabra en la boca, como si tuviera cinco años, para sentarse en unas mesas del bar iba a acercarme no quería dejar las cosas así pero alguien más lo hizo.

— Hola bonita.— le habló Benicio y apreté mis puños al ver que se sentaba en el sillón frente a ella— ¿Puedo sentarme acá?

— Primero no me digas bonita — sonreí, esa era mi chica— y segundo si ya te sentaste ¿Para qué me preguntas? 

 — Que mala onda...— rió por lo bajo y tomo la mano de mi novia para besar esta pero rápidamente Ámbar se soltó brusca y otra vez sonreí orgulloso — Hey tranquila.

— El único que puede besarme la mano es mi novio.

— No hablemos de él.— puse mis ojos en blanco— ¿Por qué no hablamos de Juliana mejor? — vi como Ámbar se tensó— Veo que a vos tampoco te cae bien.

— La odio.— escupió con rencor— ¿Y a vos que te hizo?

— Muchas cosas, la primera bajarme del escenario cuando estaba cantando y todo porque quería que ensaye la banducha de cuarta esa, yo quería ser cantante y guitarrista de su banda pero al parecer la tal Juliana prefirió poner a una chica y no a mí que tengo mucho potencial.

Perdernos. {Simbar}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora