40.

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Simón.

— Ámbar...

Mencione por última vez para mis adentros esta vez al verla desaparecer entre la neblina de la noche.

Era un imbécil y uno completo ¿Cómo pude haber confiado en Jazmín? Y lo peor es ¿Cómo pude haber dejado a Ámbar sola?

— ¡¿Fuiste tú?! — jale a la ex mejor amiga de mi novia del brazo cuando volví a entrar al Jam and Roller — ¡¿Fuiste tú la que le pagó a Benicio para que lastime a Ámbar?!

— ¡Soltame Simón! — chilló y revolee mis ojos — ¡Me estás lastimando!

— ¡Ámbar también gritó que la suelten y que le estaban haciendo daño pero nadie la escuchó! — le grité de mala gana y mis amigos junto a Juliana se acercaron rápidamente a la escena en especial mi entrenadora quien intentó separarme de Jazmín a quien yo tenía agarrada del cuello pegada a la pared — ¡No me toques Juliana!

— Simón soltala la vas a matar. — me reto la madre de mi novia pero decidí no prestarle atención — ¡Simón si no la soltas...!

— ¡¿Tú eres consciente que si yo no hubiera llegado a tiempo a Ámbar la habrían violado?! — volví a dirigirme a Jazmín interrumpiendo las palabras de Juliana quién acto seguido ante mi confesión abrió sus ojos como platos llenos de preocupación — ¡¿Cómo pudiste haberle pagado a alguien para que viole a quien llamabas mejor amiga Jazmín como pudiste?!

— No se de lo que estás hablando...

— ¡No mientas más! — la empuje bruscamente golpeandola una vez más contra la pared — ¡Benicio me lo ha dicho todo!

" — ¡¿Qué está pasando acá?! — entró Matteo al lugar donde yo en estos momentos le estaba partiendo la cara a Benicio — ¡¿Qué hacen en mi camerino?! — ignoré su pregunta y seguí golpeando a mi ex compañero de trabajo quien ahora no paraba de sangrar — ¡Guitarrista soltalo!

Iba a meterle un puñetazo más a Benicio pero sentí los brazos de Matteo arrastrándome lejos de este quién poseía todo el rostro destruido y lleno de sangre lo que por primera vez me hacía sentir orgulloso de haber contradecido el dicho de: Haz el amor y no la guerra.

— ¿Por qué le estabas pegando? — me preguntó Matteo más calmado y yo alcé mis hombros — Guitarrista si no me decís que está pasando te podes meter en un gran lío.

— Si hablas de que tal vez pierda mi trabajo me da igual.

— Él perder tu trabajo es el menor de tus problemas después de haberle roto la cara de esa forma porque...¡Míralo! — lo señaló — ¡Ni siquiera puede levantarse!

— Pues que no lo haga porque el que le haya roto la cara no es nada comparado con lo que en realidad se merece. — volví a fijar mi vista en Matteo — Debí haber matado a este imbécil.

— ¿Qué pasó?

— El hijo de perra..— mis ojos comenzaron a llenarse de lágrimas cuando mi cerebro comenzó a reproducir en este las imágenes de Benicio apretando a Ámbar contra la pequeña mesa del camerino para tratar de hacerle daño. — ¡El hijo de perra intentó violar a Ámbar! — alcé mi tono de voz quebrando en llanto y los ojos marrones de Matteo comenzaron a transformarse en una enorme ira casi igual a la mía — ¡Y si yo no hubiera llegado a tiempo lo habría hecho!

— Matalo...— escupió con odio cuando miro a un Benicio intentando levantarse y fracasar en el intento — Yo te cubro.

Matteo palmeó mi espalda en forma de apoyo y se dirigió a la puerta para asegurarse de que nadie este vigilando y yo por mi cuenta volví a acercarme a Benicio para levantarlo a la fuerza y arrojarlo hacia la pared para comenzar a zamarrearlo contra esta.

Perdernos. {Simbar}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora