Día 1

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"Tomándose de las manos."

- ¿¡cómo que retrasado!? ¡Debe ser una broma! - la alterada voz de su hijo mayor se hizo presente tras la linea telefónica.

- no es broma, parece ser que llegamos en plena temporada de nevada, dicen que llevan años sin ver una tormenta de esta magnitud. - informó Noriaki, mientras se sentaba en la sala de espera, el estrés lo tenía cansado.

Kakyoin y Jotaro habían decidido ir a New York por cosas de trabajo con la inmobiliaria Joestar, y sumándole, Jotaro estaba a cargo de una investigación de fauna y flora marina en unas cuevas encontradas hace no mucho en una costa más al sur del país, pero pidieron ir a casa unos días antes de comenzar con todo ese trabajo, por desgracia, la nieve no los dejó, la pista de despegue, los aviones, todo estaba cubierto de nieve.

- ¿cuánto tiempo nos quedaremos con la abuela Holly? - preguntó Jouta al otro lado de la línea.

- dicen que en una semana debe calmarse la situación, o la tormenta, lo que pase primero, hasta el momento, ese el único número que nos han dado. - confesó con algo de tedio.

- entonces te quedarás con Jotaro, solo, todo ese tiempo. - su hijo escupió con fastidio.

Kakyoin no era del tipo de personas que se enojaba fácilmente, así que era raro ver cómo su entrecejo de fruncía de esa forma, y quien lo viera, definitivamente no querría ni verlo a la cara. Noriaki amaba a sus hijos y esposo por igual, pero no le gustaba que Jouta se refiera a Jotaro por su nombre, solo lo llamaba "papá" cuando el pelirrojo se enojaba con ambos y los obligaba a hacer las paces.

Un largo suspiro salió de sus labios.

- sí, estaré con su padre todo ese tiempo solo. - trabaja de disimular su molestia, no tenia sentido pelear por esas cosas por teléfono.

- bueno, supongo que no hay de otra... - Una risilla de fondo lo interrumpió. - Jolyne, es papá, ¿quieres hablar con él? - preguntó el mayor a su pequeña hermana, quien comenzó a reír emocionada.

- ¿papi? - escuchó la dulce voz de su pequeña, no pudo evitar imaginarse a la pequeña de cuatro años tratando de robarle el teléfono a su hermano de doce.

- hola, pequeña, ¿cómo están todos por allá? - preguntó Kakyoin con suave semblante.

- el abuelo Joseph está gritando porqué encontró algo en el cuarto del tío Polnareff, creo que es normal. - la ingenua niña no sabía porqué alegaban, pero su hermano sí.

- será mejor que no lo sepa. - comentó Jouta.

- ¿cómo ha estado su día, mis niños? - preguntó curioso.

Pese a todo, Kakyoin amaba a sus hijos, quince años de matrimonio eran la prueba suficiente.

Después de la batalla contra Dio, Jotaro no tardó en pedirle a Kakyoin que se casará con él, y Noriaki aceptó, tres años de tranquila vida doméstica después, Kakyoin dio a luz al pequeño Jouta, quien le dio alegría a la casa.

Fue hasta que iban a cumplir el onceavo aniversario, cuando Jotaro le confiesa algo que lo destrozó en su momento, y era que el mayor había tenido un desliz en una fiesta, y de ese encuentro clandestino nació Jolyne, cómo la madre era muy irresponsable y no cuidaba de la pequeña cómo era debido, Jotaro había tomado cartas en el asunto para quitarle a la bebé, y esperó hasta que ya tuviera su custodia para poder hablar de eso con su esposo, obviamente Kakyoin no lo tomó muy bien, pero jamás culpó a la niña, al contrario, el periodo de aceptación de la noticia fue más placentero debido a la pequeña, quien a los pocos meses veía al Noriaki como la figura materna que su madre jamás fue para ella, así que el pelirrojo no tardó en querer a esa niña cómo si fuese su hija.

- parece ser que Jotaro va a volver, no sé hasta que lugares hay señal, apenas pueda voy a llamarlos, ya saben que deben y que no hacer. - dio la advertencia mientras veía a su esposo pelear con un guardia de seguridad.

- no hablar con extraños, no abrir la puerta si estamos solos, no comer nada que venga del tío Avdol, no seguirle la corriente al abuelo Joseph, no escuchar las malas palabras que dice el tío Polnareff, mantenernos cerca de la abuela Holly, ya nos sabemos el croquis de la casa de memoria y sabemos donde esta el extinguidor. - recitaron ambos hermanos al mismo tiempo.

- esos son mis niños. - sonrió orgulloso. - nos vemos, los quiero.

- ¡cuidense, los queremos! - gritaron los dos hermanos antes de colgar.

Kakyoin pudo ver el fondo de pantalla de su celular al fin, era una foto de sus hijos, pese a que la pequeña Jolyne no era su hija, la amaba como tal, igual que a Jouta, y mientras tiernas imágenes pasaban por su mente, no se percató de que su esposo ya estaba frente a él.

- no hay manera, esta gente no va a ayudar. - un gruñido de fastidio y tedio suspiro salió de sus labios.

- están haciendo su mejor trabajo, Jotaro, no es como si los humanos pudiéramos detener desastres naturales. - sonrió ingenuamente.

- de cualquier forma, hay un hotel cerca, deberíamos ir a hospedarnos mientras avanza la fila, tardaremos días aquí a este paso. - le entendió la mano al menor como ayuda para levantarse, la cual aceptó.

Bastaron unos minutos para que la pareja pudiera encontrar un buen hotel, Kakyoin era el que mejor sabía explicar las cosas, así que él estaba pidiendo la habitación mientras Jotaro estaba sentado en el lobbie, mirando unas revistas, ya que no había nada mejor que hacer.

- mira eso. - escuchó una voz femenina no muy lejos.

Por medio fastidio, levanto la mirada, estaba acostumbrado a que las mujeres le miraran, pero se llevó una sorpresa al darse cuenta de que a quien miraban ese par de colegialas era a su esposo, quien tenía en su rostro esa encantadora sonrisa que tenía loco a Kujo.

- se ve algo mayor, pero no esta mal. - comentó la amiga sonriente.

- parece que esta casado, creo que tiene un anillo en la mano. - hizo la observación.

- ¿eso qué? Yo digo que podemos tratar, se ve que es un hombre decente. - chilló emocionada.

- denme un respiro.... - pensó muy frustrado, no, no frustrado... exageradamente celoso.

Se levantó de esa silla cómo si su vida dependiera de ella y con paso firme camino hacia su esposo, quien seguía hablando con la joven del lobbie.

- ¿cómo va esto? - preguntó abrazándolo de las caderas con una mano, mientras que con la otra entrelazaba sus dedos con la mano en la que Kakyoin tenía su anillo, haciendo alarde de que él era el esposo, pues se podía ver ambos anillos chocar uno contra el otro.

- todo bien hasta ahora, creí que no querías saber de esto. - hizo el comentario algo divertido, notando como el mayor desviaba la mirada.

- callate, no vine por nada en especial. - solo escuchó la risa de Kakyoin mientras su mirada se fue hacia las chicas, quienes estaban en shock al ver tal escena, parece ser que su plan había funcionado a la perfección, no pudo evitar sonreír levemente ante eso.

30 Días Contigo | Drabbles JotakakWhere stories live. Discover now