Día 2

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Acurrucarse.

Ya en la habitación de hotel, cómo los únicos cuartos que había disponibles eran dobles, dormirían en camas separadas, ya habían pasado por cosas como esa, así que no habría ningún problema.

Kakyoin se encontraba haciendo café en la pequeña cocina que había en la habitación, mientras que Jotaro le cambiaba a la televisión, sumamente aburrido, incluso le entretenía más ver como el otro hacía la bebida para ambos.

- para que me mires cada cinco segundos, no a de haber nada interesante en televisión. - sonrió el pelirrojo viendo al de gorra, quien volteó a la pantalla.

- no te menosprecies, además, no hay nada bueno aquí, los canales son diferentes, y mi ingles es malo. - apagó el aparato y se recostó en el sofá con fastidio, pensando en todo lo que debía hacer en dos meses, que era el tiempo que le dieron de descanso.

- deja de preocuparte, se te nota en la cara que no estas pensando precisamente en ver tus programas, nunca fuiste de seguir una programación. - sirvió el café en dos tazas de la lacena. - ¿azúcar? - preguntó mirándolo.

- sí. - fue lo único que respondió mientras se acomodaba en el sofá, solo se sentó cómo es debido, pero siendo Jotaro, eso era demasiado pedir.

- en seguida. - con una tierna sonrisa Kakyoin prosiguió a terminar de preparar los cafés.

Segundos después, Kakyoin trajo junto a él dos tazas, cuyo contenido sacaba leve vapor, dejó una entre las manos de su esposo, y la otra la cuidaba entre las suyas.

- ¿no tenías que terminar el ensayo para lo de la búsqueda? - mencionó mirándolo.

- es cierto, voy por mi laptop, quedate aquí. - colocó la taza en la mesa de noche, para levantarse.

Minutos después, Kujo regresó con el aparato en manos. Mientras hablaban del tema del ensayo, los ojos de Kakyoin comenzaron a cansarse, y no tardó en terminar recostado en el hombro de su esposo, quien seguía escribiendo mientras lo mirada de reojo, mientras morirá de ternura al contemplar a ese hombre junto suyo.

- maldición... - sonrió a la nada, mientras Star Platinum se extendía para poder alcanzar una frazada en los cajones del mueble que sostenía el televisor.

Cuando tuvo a su alcance la cobija, se tapó a sí mismo y a Kakyoin con ella, para dejar el aparato junto a las tazas de café.

- buenas noches. - susurró, besándole la frente.

30 Días Contigo | Drabbles JotakakDonde viven las historias. Descúbrelo ahora