Día 29

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Haciendo algo ridículo.

— ¿a tomar? — cuestionó Kakyoin, hablaba por teléfono con Polnareff, quien se escuchaba bastante animado.

— ¡claro, llevamos tiempo sin reunirnos y beber un rato, anda, sé que hasta el amargado de tu esposo querrá venir! — dijo el francés del otro lado de la línea.

— lo hablaré con él, de ser posible, iremos, pero no prometo nada. — sonrió a la nada, imaginándose el rostro de Polnareff por culpa de la risa que dio.

— ¡nos veremos en unas horas, entonces! — y colgó sin más.

Pocas horas pasaron, cuando la joven pareja llegó al departamento del abuelo Joestar, quien había preparado todo para la velada que prometió.

Les diré algo, y es un hecho científico: todo cuerpo tiene una tolerancia diferente al alcohol, en estos casos, vaya que era notorio.

Avdol no había tomado, él iba a llevar a Polnareff a su departamento, y el francés ni en sueños manejaría estando ebrio, primero volvía a El Cairo.

Joseph estaba algo pasado de copas, pero todavía en sus cinco sentidos, igual que Jotaro, quien apenas comenzaba a reírse de las estupideces que se hablaban en esa mesa

Mientras que Kakyoin y Polnareff eran los más afectados por el alcohol, aunque por distintos motivos: Noriaki no era nada tolerante a esa sustancia, por eso Jotaro aprovechaba dicha situación, unos tragos y era suficiente para embriagarlo, mientras que Polnareff estaba ebrio por exceso de bebida, es el que más bebé de los amigos que estaban reunidos en esa azotea.

— ¡veamos, veamos, digamos chistes! — propulsó el francés, riendo a cada palabra.

— ¿chistes? Supongo que tus anécdotas estúpidas no te hacen suficiente gracia. — se burló Joseph, mirando el puchero del de cabellos plateados.

— vamos, no sean aburridos, alguno debe saberse mínimo uno. — volvió a tocar el tema inicial, dejando pensativos a todos, Kakyoin era el único que reía ante tal propuesta.

— un chiste... — meditó un momento. — ¿cómo se llama un café que acaba de salir de prisión? — cuestionó a todos,  Jotaro solo se golpeó el rostro, los demás contenían la risa, en serio le había seguido el juego a Polnareff.

- Kakyoin, no hagas esto. — gruñó Jotaro, pero fue ignorado por su esposo, quien esperaba respuesta.

— ¿cómo se llama? — preguntó Joseph, solo para hacer enojar a su nieto, claro.

— un expreso. — y todos estallaron en risa, más que nada, por lo malo del chiste, obviamente.

— vaya estupidez. — rió el de peinado extravagante. — bien... ¿Qué pasa si una vaca se come un vidrio? — nadie dijo nada, sabían que algo malo de aproximaba. — ¡la leche sale cortada! — y estalló en risa por su propio chiste.

— dime que no te casaste con este tipo. — exclamó Joseph a Avdol, quien solo desvió la mirada dándole un tragó a su vaso.

— oh, venga, que ha estado muy bueno. — se quejó en voz alta, solo Kakyoin volvió a reír. — ¡bien, sigue usted, señor Joestar! — señaló al mayor, quien de inmeditado cambió su semblante.

— oye, yo jamás dije que lo haría. — se quejó, pero la furiosa mirada de Polnareff le sacó un suspiro rasposo, y repasó que podía decir. — ¿cuál es la diferencia entre la batería y la suegra? — preguntó con fastidio, ganándose la risa de los dos ebrios y una irritada mirada por parte de los sobrios. — que la batería al menos tiene lado positivo. — y quién más se rió de ese chiste tan malo fue Kakyoin, hasta dio miedo.

— ese chiste no fue nada gracioso, no entiendo por qué te ríes. — dijo Jotaro, aguantando las ganas de golpear su cabeza contra la mesa.

— lo que pasa es que mi suegra es la señora Holly, y... no lo sé, me dio más gracia. — Jotaro a de admitirlo, eso si le dio gracia.

— solo porqué no golpeo ebrios y familia, Kakyoin, solo por eso... — gruñó Joseph, claramente molesto.

— no es para tanto, señor Joestar. — habló Avdol, riendo poco por el comentario de Kakyoin.

— te toca. — se cruzó de brazos, irritado.

— la vida es como una caja de bombones. — esa frase confundió a todos, quedando en silencio. — a los gordos se les acaba antes. — ya saben quienes se rieron por eso.

— yo me voy. — Jotaro se levantó, pero el quejido de todos lo hizo voltear.

— sigues tú, de aquí no te vas hasta que cuentes mínimo uno. — regañó Polnareff.

Jotaro vio a su esposo, quien le miraba con ojos de suplica, pidiendo que les siguiera el juego, así que solo suspiró y escondió la mirada bajo su gorra.

— el capitán de un barco dice: "suban las velas", y abajo se quedaron sin luz. — todos estallaron en risa, no por el chiste, obviamente, si no porqué realmente lo hizo. Si eso no es amor, no sé que sea.

Después de varias rondas de chistes malos, la pareja más joven llegó a su departamento, Jotaro cargaba a Kakyoin en su espalda, pues el pelirrojo apenas y podía sostenerse de pie por culpa del alcohol en su cuerpo, lo sentó en el sofá, e hizo lo mismo a su lado, pero tiró la cabeza para atrás, y suspiró frustrado.

— tú y Polnareff no vuelven a tomar juntos. — ordenó, algo fastidiado.

— oh, venga. — se notaba hasta en su voz que estaba ebrio, sonrió, mirando a su esposo. — fue divertido.

— claro que no, fue un fastidio. — lo miró con leve reproche, para sacarse la gorra.

Apenas dejó la gorra a su costado, Kakyoin gateó unos pasos a su esposo, para sentarse sobre su regazo, sonriéndole con picardía, y mirándolo con lujuria, uno de sus brazos pasó por su hombro y colgó en su espalda, mientras su otra mano le acariciaba la mejilla.

— bien, puedo hacer algo para que te pongas de buen humor. — Jotaro bufo, vaya que era divertido ver a Kakyoin ebrio, y por un motivo: siempre improvisaban al tener sexo.

— ¿crees poder ponerme de buenas después de tal disparate? — lo tomó de las caderas, dejándose llevar por la esencia del momento.

— por supuesto, siempre lo consigo... — comenzó a mover las caderas en círculos, frotándose contra la hombría de su esposo, que no tardó nada en despertar por culpa del tacto que recibió. — además, lo deseas tanto como yo. — y comenzaron a besarse con desenfreno, dándole un apasionado comienzo a esa noche.

30 Días Contigo | Drabbles JotakakWhere stories live. Discover now