Día 28

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Haciendo algo dulce.

El estruendo de un estornudo llenó todo el penthouse, y se debía a algo muy sencillo: cierto pelinegro se había resfriado.

Justo al volver a casa, salio con Kakyoin, los atrapó una nevada, y como el menor solo llevaba un suéter muy delgado, Jotaro le dio su típico abrigo, y gracias a eso, nuestro Joestar se enfermó, pero tenía sus beneficios, que eran ser cuidado por el mismo Kakyoin, quien estaba a su lado hora a hora, bastante atento a sus necesidades.

— ¿seguro que no necesitas nada más? — cuestionó el joven, sentado en la cama de su esposo, quien yacía acostado en ella.

— no, nada más, gracias, de igual forma. — solo lo vio sonreír, y retirarse de la habitación. — dame un respiro... — suspiró con fastidio, si algo odiaba Jotaro era estar atado a una cama, al menos de esa forma, claro.

No gustaba de tener que quedarse quieto, pese a que le gustaba ser atendido por Kakyoin, algo bastante contradictorio, a decir verdad.

Pero veía a su esposo con aquella sonrisa, aquella esperanza de por fin ser de utilidad a su hombre, no podía arruinar eso, ¿que clase de monstruo sin corazón haría tal cosa?

Vio a Kakyoin acercarse nuevamente, con algo de comida sobre una bandeja, y justo iba a dejarla en el regazo de su maltreso esposo, pero éste lo tomó del brazo, para darle un beso suave en los labios, junto a una tenue sonrisa.

— señor Noriaki Kujo, usted es el mejor doctor de todos. — Kakyoin no pudo evitar reír ante eso, dejó la comida en el buró y abrazó a su esposo, conmovido.

— y tú el mejor paciente. — dejaron la comida de lado, para poder estar recostados juntos un rato.

30 Días Contigo | Drabbles JotakakWhere stories live. Discover now