Día 12

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Tocándose de forma sensual /bromas.

¿Recuerdan que era un fetiche? Bueno, hacen bien, pues ahora, Jotaro estaba siendo sumamente tentado por el suyo.

El joven esposo de Kujo estaba recargado en la barra, preparando unos tragos y algo de botana, la camisa arremangada y un delantal cubriéndolo, esa visión era demasiado para Jotaro, quien necesitaba acercarse a la bella imagen que tenía frente.

- ya está casi listo, tenemos unos veinte minutos antes de que debamos ir a la casa del señor Joestar y el señor Zeppeli al paseo al que nos invitaron. - sonreía mientras preparaba aquellos aperitivos.

Pero los planes de Jotaro eran otros, ya no podía seguir pensando en cosas insanas teniendo ese sumiso portento frente a él.

Sigilosamente se acercó a su esposo por la espalda, pegándose demasiado a su cuerpo, mientras detenía los movimientos del de cabello rojo, quien se sorprendió al ver como le quitaba los utensilios de cocina, y movía todo de la barra donde cocinaba, para darle un sensual beso en el cuello, al japones le subieron los colores al rostro, intento acomodarse para poder quitarse a su esposo de encima, pero no pudo, la presión que ejerció Jotaro contra su cuerpo lo hizo pegarse más a la barra, se quitó la gorra y volvió a atacar el cuello, pero Kakyoin se mordía los labios, no deseaba expandir ese momento, no teniendo pendientes.

- ¿Sabes? Yo tengo antojo de otra cosa. - con algo de picardía en su voz, las manos dejaron los brazos, una para meterse bajo la camisa de Kakyoin, y la otra para levantarle el mentón.

- J-Jotaro, no es tiempo de eso, tenemos... tenemos... - iba a seguir hablando, pero la mano del Kujo fue más rápida, llegando a sus pezones, jugando con ellos un momento, un leve suspiro escapó, pero su voluntad no sería quebrada tan fácilmente por el deseo de su esposo, se aferró a la barra, dando a entender a Jotaro que no cedería, pero sonrió ante el reto, gozaba de ellos, más en esa posición.

Kujo se restregaba contra su esposo, dando a entender lo que quería, y la segunda mano bajó más de lo normal, irrumpiendo en los pantalones del menor, quien lanzó un alarido al sentir los fríos dedos de aquel hombre masajear su hombría, pero la boca de Jotaro quería unirse al reto de excitar a Kakyoin, así que buscó la forma de hacerlo voltear, mordiendo su cuello, el lóbulo de la oreja, incluso lo poco que podía descubrir de hombros.

- J-Jo-Jotaro... basta... - le era difícil hablar sin temor a hacer algún ruido indebido. Puede que no lo admitiese, pero le encantaba lo que ese hombre le estaba haciendo, pero no cedería, necesitaba detenerlo, pese a que no quería.

- si realmente quisieras que me detuviera, hubieras usado a Hierophant Green para alejarme o inmovilizarme, pero no lo hacer. - sonrió victorioso.

Donde Kakyoin volteó levemente para hacer algún reclamo, Jotaro le calló los labios, lo besaba con demasiada demanda, como si le exigiera que lo hicieran en ese preciso instante, Kakyoin cerró los ojos con fuerza, no quería seguirlos, no quería caer, pero, esos deseos eran más fuertes que él mismo, podía sentir como su cuerpo le exigía al Joestar tomarlo ahí mismo, que le hiciera lo que quisiera, pero que lo hiciera, pese a que su propio sentido común no se lo permitía, desgraciadamente, para la consciencia, el cuerpo gano esta partida, importándole poco que tenían planes para ese día más tarde.

Siguió el juego de la candente lengua de su esposo, y sus caderas se movían de cierta forma que Jotaro entendía que ese era el santo permiso que había estado buscando, así que su siguiente movimiento fue cargarlo, para sentarlo sobre la barra, el de cabello rojo lo tomó del cuello del abrigo y lo obligó a besarlo, aquello se había vuelto una batalla bastante ardiente. El largo suéter de Kakyoin había desaparecido, junto a la gabardina de Jotaro, sus bocas no se despegaban, y sus cuerpos se exigían uno al otro, así que mientras atacaba el cuello de su esposo, comenzó a desabrochar el pantalón del japones, quien estaba extasiado ante tal situación. Un sonido llenó el lugar, el celular de alguno comenzaba a sonar, y la curiosidad de Kakyoin lo hizo despegarse un poco de su esposo.

- Jo-Jotaro, tu... - antes de seguir hablando, aquel hombre comenzó a masturbarlo de forma tan precisa, arrancándole gemidos de placer. - ¡J-Jotaro! - gritó fascinado.

- sé quien está llamando, pero no me interesa, estamos en algo más importante, ¿no lo crees? - y volvió a apoderarse de sus labios.

Apenas se despegaban, podía escuchar los sonoros gemidos del menor, quien necesitaba ya a su esposo, necesitaba ser poseído por aquella bestia pasional que solo él conocía.

- tenemos menos de quince minutos, hagamos que valgan la pena. - sonrió, y para su sorpresa, Noriaki lo tomó del pantalón, y con las manos temblorosas intento bajarlo, dando a entender su necesidad.

- hazlo, solo hazlo, tomame, Dios, te necesito tanto. - volvieron a bearse desesperados, mientras que Jotaro le ayudaba con esa tarea.

- solo podré darte quince minutos, mi dulce cereza. - y volvió a bajar al cuello.

- me... me has hecho gritar en menos... eres asombroso en la cama... - un largo gemido salió de sus labios, tras una ardiente mordida por parte del contrario. - hazlo, solo hazlo. - volvió a suplicar.

- como tú pidas. - y así esa comida pasó a algo más profundo.

30 Días Contigo | Drabbles JotakakWhere stories live. Discover now