Día 4

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En una cita

- el día está hermoso afuera. - comentó Kakyoin mientras observaba por la ventana de la habitación, pese a que apenas había dejado de nevar fuerte, se podía salir cómodamente. - deberíamos salir, llevamos tres días aquí y no hemos hecho nada afuera. - miró a su esposo, quien estaba colocándose su abrigo.

- ¿a dónde quieres ir? - preguntó serio, como siempre.

- espera, ¿saldremos? - cuestionó sorprendido.

- ¿vamos o no? - y el Jotaro gruñón salio nuevamente.

Pasaron solo minutos para que llegaran a un fino restaurante, el cual se veía bastante formal incluso por fuera.

- el señor Joestar dijo que aquí era un buen lugar, y que incluso le pidió matrimonio a su esposo en una de sus mesas. - habló Kakyoin emocionado.

- ¿cuándo te dijo eso? - preguntó Jotaro sin mucho interés.

- cuando fuimos a Morioh por el cumpleaños de Josuke, los "hombres" de la familia fueron a festejarlo mientras la señoría Holly, el señor Caesar y yo nos quedamos a limpiar todo, como no había nadie en la sala, el señor Joestar comenzó a hablar conmigo y me hizo mención del lugar, dijo que estaría muy feliz si viniéramos a comer aquí. - le sonrió con sinceridad, le parecía un gesto muy tierno por parte del hombre. - entremos. - pidió.

Entraron al lugar tranquilos, recibiendo algunas miradas de la gente que entraba, algunas de envidia, otras por fobia, pero parecía que el lugar giraba entorno a ellos, incomodando demasiado al pelirrojo.

- Jotaro... voy... vuelvo en un momento. - sonrió con nervios, y se levantó de la mesa.

El de cabellos negros le dio un leve vistazo al plato de su esposo, cuya comida apenas y había sido picada por el tenedor de acero que estaba junto al vaso, un largo suspiro salió de sus labios, mientras volteaba a la ventana, vio algo interesante, un hombre estaba cargando rosas en una canasta bastante grande, con un letrero de cartón que decía "En venta", eso fue lo que más llamó su atención.

Kakyoin se lavaba las manos en el fregadero del baño, pero un largo suspiro mató al silencio que gobernaba, paso a verse con lástima a sí mismo en el espejo.

- me preguntó si Jotaro se sentirá igual... con todas esas miradas... - murmuró, para retirarse del lugar.

Cuando regresó a la mesa, Jotaro ya había acabado de comer, supuso que quería irse, suspiró al imaginarse que el Kujo replicaría la situación, pero antes de sentarse, se llevó una grata sorpresa, pues un ramo de bellas rosas rojas apareció frente a sus ojos, sujetado por su esposo, quien seguía igual de serio como siempre, no podía hacer más que verlos a ambos, impactado.

- ignoralos, no quiero que arruinen nuestro tiempo juntos. - y Kakyoin tomó el ramo al fin.

Las mejillas de Kakyoin se tiñeron de carmín, y su mirada se cristalizó, sonrió cual tonto enamorado y fue hacia su hombre, a quien besó en los labios ante ese gesto, vaya que Jotaro tenía su forma de decirle "te amo".

- te amo, Jotaro, te amo demasiado. - lo abrazó con todas sus fuerzas, mientras el nombrado sonreía levemente y le devolvía el gesto, no con la misma fuerza, claro.

- yo te amo a ti, Kakyoin, maldición, solo tú me sacas mi lado cursi. - maldijo con algo de humor en su comentario, haciendo reír a su esposo

30 Días Contigo | Drabbles JotakakWhere stories live. Discover now