Día 16

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Rituales matutinos

Apenas amanecía, y un delicioso aroma se metía por su nariz, abrió los ojos, de forma bastante perezosa, mientras una leve risa entraba a sus oídos, alegrandole al instante el día.

- buenos días, Jotaro. - escuchó la fina voz de su esposo desde la pequeña cocina del departamento.

Kakyoin había hecho de almorzar, unos ricos hot cakes con café dulce. Jotaro se remango el suéter negro que usaba debajo de la gabardina, y se dispuso a ir con su esposo. El almuerzo pasó tranquilo, hablaban del trabajo de ambos, nada fuera de lo común.

- ¿cómo va el programa nuevo? - preguntó Jotaro, dando un sorbo a su bebida, notando alegría en el rostro contrario.

- bastante bien, a mis jefes les encanta el beta que diseñe, dicen que planean emplearlo en los siguientes juegos del género. - sonreía orgulloso, contagiando al más alto. - ¿qué hay de tu ensayo sobre las estrellas japonesas de mar? - esa pregunta incómodo a Jotaro, quien volvió a tomar café. - Jotaro. - replicó, curioso y confundido.

- Va bien, pero no hay demasiada información, además, el trabajo me tiene con la cabeza en demasiadas cosas. - respondió de forma normal, o eso quería aparentar, mas Kakyoin dudaba de eso.

- está bien... - murmuró, dándole un trago al café.

Minutos después, Jotaro se encontraba haciendo el dichoso ensayo en la mesa, mientras Kakyoin estaba en el sofá, usando su celular, hasta que cierta sorpresa inesperada le sacó una sonrisa, un leve movimiento, se abrió una vídeo-llamada, y del otro lado de la línea, sus hijos.

- ¡papi! - exclamó Jolyne, muy emocionada.

- hola, mariposita. - la saludó sonriente, estaba feliz de verlos.

- papi, ¿dónde está papá? - preguntó Jouta, curioso, observando lo que podía de la habitación.

- está trabajando, no hagan mucho ruido, por favor. - pidió amablemente, los niños afirmaron al mismo tiempo.

Después de unos minutos de plática, y constantes miradas y risas bajas de Jotaro, los niños colgaron, pues debían ir a clases, el pelirrojo suspiró feliz mientras se recargaba en el sofá.

- ¿que hice para merecer esta hermosa vida? - se preguntó, admirando a la nada, perdido en sus pensamientos. Unos brazos lo abrazaron por el cuello, dándole un beso en la mejilla, eso era lo más tierno que había hecho en ese día.

- estar con nosotros, como siempre. - habló su esposo, causándole ternura y gracia, así que una leve risa se escapó de sus labios.

- muchas gracias. - le besó los labios levemente, para verse a los ojos.

30 Días Contigo | Drabbles JotakakKde žijí příběhy. Začni objevovat