Día 20

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Bailando

La fiesta fue tranquila, después de una corta convivencia con sus colegas, prosiguió a presentar... o más bien, presumir, a su esposo.

- vaya, creí que era mentira. - rió un colega de Jotaro. - no pensé que realmente estuviera casado, Dios, mi más sentido pésame. - estrechó su mano con Kakyoin, quien reía en voz baja, al notar la incómoda expresión de su marido.

- debe ser un tormento verlo con esa cara todo el día. - rió otro, siguiendo las agresiones contra Kujo.

- no es tan malo cuando sabes tratarlo. - les siguió el juego, haciéndolos estallar en risa.

- dame un respiro... - gruñó para sí mismo.

- Jotaro, ¿por qué no nos habías presentado a tu esposo desde antes? Es un agradable señor. - comentó, señalándolo de pies a cabeza.

- porqué creí que esto pasaría. - gruñó, realmente incómodo. Todos volvieron a reír.

Después de otras platicas similares a esa, los dos estaban sentados en una de las mesas, hablando calmadamente sobre cosas de la casa, sus hijos, entre otros temas, pero al ver que algunas parejas se dirigían a la pista de baile, el subconsciente de Jotaro lanzó una pregunta inesperada:

- ¿quieres bailar conmigo? - preguntó, sin percatarse de lo que había hecho.

Kakyoin rió en voz baja, haciendo caer en cuenta a Jotaro, quien desvió la mirada.

- ¿tú, invitándome a bailar? Ahora sí lo he visto todo. - rió. - pero no, gracias, prefiero quedarnos a platicar, nunca fui bueno bailando. - esa respuesta calmó a su esposo, y siguieron hablando, hasta que:

- ¡oh, Dr. Kujo, que placer verlo! - exclamó una voz femenina, bastante conocida para Jotaro, pero nueva para Kakyoin.

Una hermosa mujer de largos cabellos negros, preciosos ojos color café, con un largo vestido rojo, bastante coqueto, quien sonreía de forma divertida, admirando al mayor de la pareja.

- creí que no vería desde que expuso su tesis. - se acercó a él, incomodándolo a no poder.

- yo igual, creí que no tendría que verte de nuevo después de eso, Samantha. - gruñó, con notoria exasperación.

- ¿me perdí de algo? - preguntó Kakyoin, celoso por la escena que presenciaba.

- ella es Samantha Smit, la hija de Jonh, la conocí cuando expuse mi tesis en la universidad, fue toda una experiencia. - dijo su esposo, dando a entender que a él tampoco le gustaba la presencia de la chica.

- lo veo muy quieto, señor, ¿no viene a bailar? - le extendió la mano, pero Kakyoin sonrió de lado, tomando la mano de su acompañante con recelo.

- querido, lo pensé mejor, sí quiero bailar. - ese comentario causó gracia en Jotaro, y molestó a la mujer.

- ¿"querido"? - preguntó la mujer, mirando a Kujo, quien sonrió.

- lo olvide, Samantha, te presento a Noriaki Kakyoin, mi esposo. - y se levantaron de la mesa, dejando a la mujer hecha fiera.

Ninguno sabía bailar, y gracias al Cielo, la pista era lenta, así que solo debían mecerse de un lado a otro abrazados, pero en lugar de estar tranquilos, estaban riendo por lo ocurrido.

- ¿bailar, esa fue tu escapatoria? - preguntó con una ceja alzada, Kakyoin rió por eso.

- fue lo único que se me ocurrió, además, además, tú también querías alejarte. - en eso tenía razón.

Para su fortuna, aquella mujer no volvió a molestarlos en toda la noche.

30 Días Contigo | Drabbles Jotakakحيث تعيش القصص. اكتشف الآن