Día 9

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Pasando el día con amigos.

- ¿salir todos? - preguntó Kakyoin a su celular, pues tenía una llamada de parte de cierto hombre mayor.

- sí, Caesar-chan y yo planeabamos hacer algo de cenar, algo grande, así que deseaba invitar a todos, ¿que me dicen? Sería una reunión de puros adultos, ya que todas las fiestas están los niñia, Jouta, Jolyne, Shizuka, ya sabes. - Kakyoin sonrió al recordar que eso era cierto, cada fiesta de adultos, terminaba siendo limpieza extrema de casa ajena.

- me parece genial, vamos apenas nos alistemos. - sonrió a la nada, básicamente le iba a ordenar a su esposo ir, importándole poco que dijera otra cosa.

Y así fue, muy a choque de dientes, Jotaro llego al penhouse de sus abuelos, quienes estaban viviendo con la pequeña Shizuka y Josuke, quien iba de visita con ellos todas las vacaciones de invierno.

- llegamos. - informó Noriaki, abriendo la puerta, topando con una muy agradable sorpresa.

Sus amigos estaban ahí, Polnareff, Avdol, incluso amigos de Josuke, Okuyasu, Koichi, y Rohan, quien aseguraba estar ahí contra su voluntad.

- oh, hola a todos. - sonrió el pelirrojo, feliz de ver a tanta gente en esa casa.

- señor Kakyoin, Jotaro, un placer verlos. - saludó el tío de su esposo, igual de feliz.

- los esperábamos, solo faltaban ustedes. - dijo Koichi, con una gentil sonrisa.

- ¿dónde está el viejo? - preguntó Jotaro, buscando a Joseph con la mirada.

- dijo que vendría en breve, no debe tardar. - menciono Okuyasu, igual de confundido que el mayor.

- habrá que esperar, entonces. - concluyó Kakyoin, mirando a Jotaro.

Los dos pasaron con la demás familia, y al menos uno estaba gustoso de verlos.

- ¡Oh my god, si vinieron! - exclamó un Joseph muy entusiasmado, mientras se acomodaba las muñequeras de su camisa.

- obviamente ibamos a venir, señor Joestar. - dijo Kakyoin con una sonrisa.

La pequeña niña de castaños cabellos y verdes ojos irrumpió en la sala, corriendo mientras reía a carcajadas, seguida por un rubio de cabello cenizo y verdes ojos, el hombre mayor estaba muy cansado, a la par que molesto.

- ¡Shizuka, quedate quieta! - exclamó sin dejar de perseguirla, generando un incómodo silencio entre los que no gritaban.

- buenas, señor Zeppeli. - dijo Kakyoin, intentando llamar la atención del mayor.

Después de una incómoda atmósfera, toda la familia estaba comiendo gustosa en comedor y sala.

Minutos después, y bien abrogados, salieron al Central Park, donde la gran familia convivía tranquilamente. Shizuka iba sujeta de la mano de Caesar, distraída en las hojas café y naranja de los arboles moribundos, pero algo más llamó su atención, un hombre estaba sujetando un bastón, del cual estaban amarrados globos, emocionada, señala a ellos.

- ¡papi, papi, quiero un globo! - exclamó entusiasmada, haciendo que Caesar se pensara la situación.

- ya tienes demasiados peluches, y rompiste el jarrón ayer, estabas castigada, recuerda. - menciono Joseph, en reproche por la petición de la niña.

Los nervios se le pusieron de punta a todos al verla lagrimear, pues solo significaba una cosa.

- Joseph... compra ese malditos globo... - murmuró Caesar, temoroso de lo que seguía.

- ¡Achtung Baby! - exclamó la niña, haciéndose invisible en el acto, arruinando el tranquilo día de la familia.

- ¡Oh, shit! - gritó Joseph, tratando de encontrar a la pequeña niña.

- ¡es horario familiar, no grites groserías, viejo! - lo regañó Josuke, igual de alterado. - ¡hay que buscarla! - y así se hizo.

Horas después, Kakyoin se tiró en el sofá de su departamento, ni siquiera se había quitado su gruesa chamarra, solo suspiró mientras cerraba los ojos.

- hay que prestar atención a esas cosas la próxima vez... - susurró, mientras Jotaro se quitaba su abrigo.

- fue gracias a la nieve que la encontramos, después de todo. - se quitó la gorra, para quitarle la nieve que tenia acumulada.

- es cierto. - sonrió, se sacó la chamarra y guantes, nltando sus rojas manos. - debo tener frío aún. - meditó un momento, echando aire de su boca a las manos.

Jotaro llegó junto a él, y tomó las manos del pelirrojo entre las suyas, haciéndolo sonreír.

- no fue un día malo, después de todo. - sonrió, contagiándosela a su esposo.

- dame un respiro. - y besó las manos de Kakyoin.

30 Días Contigo | Drabbles JotakakWhere stories live. Discover now