Cuatro

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El mundo estaba ardiendo
y nadie podía salvarme,
excepto tú.
Es extraño lo que el deseo
le hará hacer a la gente tonta.
Nunca soñé que conocería
a alguien como tú,
nunca pensé que perdería
a alguien como tú.
No, no quiero enamorarme...
de ti.

Finn podía recordar claramente todo lo que había pasado la noche anterior. Recordaba los labios de Jack sobre los suyos, la forma en que su cuerpo se estremecía a medida que iba recorriendo su piel, su respiración entrecortada debido a la ansiedad y sus manos apretando fuertemente su polo. Aún podía sentir el aroma de sus cabellos, la calidez de su aliento, la suavidad de su cuerpo. Incluso cada pequeño gesto que hacía mientras lo besaba, podía sentir su mirada clavada en sus labios, deseándolo tanto como él.

Finn estaba enloqueciendo con el recuerdo de Jack grabado en cada parte de su cuerpo y de su mente. Sin embargo, sentía miedo de lo que pudiera pasar. Después de ayudarlo, el rizado había salido del baño sin mencionar ninguna palabra. Finn se había lavado la cara y cuando bajó, el menor ya se había ido de la casa de Jaeden. En ese momento no pudo evitar sentirse decepcionado, pero supuso que Jack estaba avergonzado.

A la mañana siguiente, escogió un polo blanco y unos pantalones negros que estilizaban bastante su figura. Se acomodó el cabello y se echó un perfume que casi no usaba, pero que le gustaba ponerse en situaciones especiales. No sabía muy bien por qué hacía todo eso, lo único que estaba en su mente era la forma de conversar con el rizado sin sentirse demasiado expuesto. Tampoco quería parecer desesperado por un simple beso, él había besado muchos chicos a esas alturas de su vida; no obstante, nunca se había sentido de esa manera. Aunque pareciera extraño, todo eso resultaba algo nuevo para él.

Salió de su casa, sintiendo la ansiedad apoderándose de su cuerpo a medida que se iba acercando a la escuela. Metió ambas manos dentro de los bolsillos porque habían empezado a sudar en exceso. De repente, sintió que sus mejillas quemaban al ver a Jack desde lejos. Algo le pasaba a Finn Wolfhard y era lo mejor que le podía estar sucediendo. Una sonrisa se dibujó en su rostro y se acercó al más bajo, mientras esté sacaba algunos cuadernos de su casillero.

- ¿Pu-puedo ayudarte con tus libros? - preguntó un tanto nervioso, Jack lo miró y también se ruborizó ante el inesperado encuentro.

- No lo creo... está bien así... ya sabes - se encogió de hombros, sin poder encontrar las palabras correctas para ese momento. Metió todo en la mochila y empezó a caminar, Finn tuvo que acelerar el paso para alcanzarlo.

- ¿Todo bien? - honestamente no se había imaginado que Jack reaccionaría así, tal vez solo estaba avergonzado.

- Sí... ya tengo la tarea de Matemáticas lista, también puse tu nombre, seguro tendremos una buena calificación porque no estaba muy difícil, la verdad... - Finn no estaba prestando atención a sus palabras, no solo porque casi no se le entendía de lo rápido que hablaba, sino porque el rizado no lo miraba en ningún momento, se sentía como si prácticamente estuviera hablando consigo mismo.

- ¿Podemos conversar? - Finn lo había tomado de la muñeca, algo había dejado de encajar para él y no tenía planeado sentirse de esa manera.

- La clase está a punto de empezar - Jack quiso soltarse de su agarre, pero el castaño apretó con más fuerza.

No esperó a que siguiera hablando, tiró de él y se dirigió hacia el patio dando largos pasos. Su corazón se había acelerado y su mente estaba completamente en blanco, no quería pensar. El menor no puso resistencia en lo absoluto, solo se dejó llevar hasta que llegaron al campo de fútbol de la escuela y Finn le hizo una señal para que se sentaran en las gradas.

Stay in my Heart ~ Fack ~Where stories live. Discover now