Capítulo 16: Clarisa.

40.1K 2.7K 1.3K
                                    


Capítulo dedicado a EveVillarba 💗

           
Estar con Zed es una manifestación de sensaciones que ni siquiera puedo nombrar. Me he pasado gran parte del día llorando al recordar aquellos últimos días con mamá, cuando todo parecía perfecto en mi vida. A veces trataba realmente de esforzarme y recordar si Osmar golpeaba a aquella mujer y ningún recuerdo viene a mi mente. Los golpes aparecieron hasta que Margaret nos abandonó, no antes.

Como le he dicho a Zed, he tenido un día de mierda, aunque hablar de esa forma no es propio de mí. Amber trató de tranquilizarme y sé que Bill también lo hubiera intentado de no haber huido otra vez lejos de él. No puedo seguir faltando a las terapias, tampoco seguir evadiendo a Bill. ¿Por qué me da tanto miedo confesarle que estoy con Zed?

Finalmente he venido a casa de Zed, le he confesado mi preocupación y me he asustado muchísimo al ver ese golpe que trae en la cara, después nos hemos perdido uno en el otro y ya no me siento tan mal. Con él siempre estoy bien, no porque mi felicidad dependa de él, sino porque en esta vida somos como imanes perdidos en el mundo, desorientados y de pronto algo tira de uno y te une a otro ser igual de perdido, igual de necesitado. No me quiero separar de él por nada ni nadie.

—¿Tienes hambre? —Me besa debajo de la oreja.

—No, quisiera dormir. Estoy cansada. ¿Tú tienes hambre? ¿Quieres que te prepare algo?

—No, yo puedo preparármelo. Además, no tengo hambre, te llevaré a la cama.

Me toma entre sus brazos y me lleva hasta la habitación. Deberíamos ducharnos, pero tengo demasiado estrés acumulado en mi cuerpo y me siento increíblemente cansada.

—¿Me prestas una camiseta? —le pido. No he traído nada.

—No, quiero que duermas así... desnuda.

—¿Tú también dormirás desnudo?

—Sí, por favor no te pongas nada —casi suplica. ¿Cómo negarme con todo ese cuerpo frente a mí?

—Está bien, Zed. Dormiremos desnudos.

—Recogeré nuestra ropa de la sala y regresaré enseguida.

Pasan una cantidad de minutos demasiado grande. El cansancio es tanto que me quedo dormida pensando en que quizás sí se está preparando algo para comer.

Me despierto adolorida de las piernas y otras partes bastante íntimas, la verdad es que Zed siempre me deja hecha polvo después de hacer el amor y otra verdad es que lo que hacemos es algo muy lejano de esas palabras. En la cama solo estoy yo y aún es de noche. Busco entre los cajones alguna camiseta y salgo a la sala de estar. No hay nadie, mi ropa sigue tirada en el suelo y la de Zed no está. Después de revisar el baño confirmo que él tampoco está.

Busco mi teléfono en mi bolso y son las dos y media de la madrugada. ¿A dónde pudo ir a esta hora? Una parte de mí se preocupa y la otra se enfurece. ¡Dónde demonios está! Camino de un lado a otro. No puedo hacer más que llamarlo y ¡sorpresa! Tiene el teléfono apagado. Me llevo las manos a la frente, estoy sudando por los nervios. Me pongo mi ropa y asomo mi cabeza por la puerta. ¿Qué puedo hacer a esta hora?

Pronto se hacen las tres y media de la madrugada y mis nervios no dan para más. Las manos me tiemblan y me muerdo los labios sin parar. Un tanto desesperada bajo a la recepción y me sorprendo al mirar a otro conserje. Mi plan se viene abajo, en mi tonta cabeza le sonreiría de la forma más coqueta que puedo al conserje que si me conoce y le preguntaría por el número de apartamento de Leila y quizás funcionaría, pero a ese nuevo hombre no lo conozco de nada.

RETANDO AL OLVIDO (+18) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora