Capítulo 18: Clarisa.

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Capítulo dedicado a Tativizcaino10 ❤️

La presión que sentía no daba para más, después de ser atacada tardé más de quince minutos en ponerme de pie a pesar de saber que los hombres que me atacaron ya no estaban ahí. Corrí hasta mi cuarto y me encerré sin llamar a nadie. Las imágenes de mi padre golpeándome volvieron a mí como una cascada fuerte y recia. Me cubrí con mis sábanas como si eso me iba a proteger de cualquier otro ataque y cuando la hora de ir al trabajo llegó ignoré las llamadas de Bill, también sus toques en la puerta. No quería ver a nadie.

La última frase que dijeron rondaba mi cabeza sin parar. ¿Qué es lo que no tenía que volver a hacer? No tenía idea alguna e ingenuamente empecé a creer que se trataba de una confusión tal y como había sucedido con los tipos que nos atacaron en la carretera. Por supuesto que mi parte razonable eliminó esa opción y más bien hizo una conexión entre ambos hechos, pero, finalmente llegué a la conclusión de que la única persona que sabe lo que me afecta un golpe es mi padre y que al estar en una silla de ruedas ha recurrido a pagar para que me lastimen. Aquello me aterraba, la posibilidad de que ni siquiera estando en su condición me dejaría en paz provocaba en mí una desesperación difícil de controlar.

Lloré hasta secarme, de verdad, lo hice hasta que los ojos me ardían tanto que tenerlos abiertos o cerrados daba igual. Necesitaba a Zed, quería verlo, sentirlo cerca, que me abrazara y me dijera que todo marcharía bien y antes de que Amber apareciera en mi habitación salí de la cama e intenté ir al hospital. No pude. No porque la supuesta infidelidad de Zed estuviera presente, sino porque sin importar lo que hizo o no, él había casi matado a Osmar y si me miraba así; tan afectada, tan dolida, tan temerosa y con el golpe que traigo en la cabeza, podría terminar lo que no logró la última vez.

Así que volví a meterme debajo de las sábanas y me repetí más de quinientas veces que todo estaría bien. Amber llegó pasada las doce del día y me encontró devastada. Sin embargo, no volvería a esconderme como lo hice antes, tampoco a alejarme del mundo. Simplemente todo estaba dando vueltas en mi cabeza y no le encontraba sentido a nada. Mi amiga me miró tan mal que sugirió ella misma llamar a Bill. Se lo impedí, no quería ver a nadie más que a ella, al menos por un día.

De Zed no supe mucho. Estaba estable y eso aminoró solo un poco mi estado deprimente. Por la mañana Amber llamó a Bill sin mi consentimiento, pues temía que hiciera alguna locura al dejarme sola. No pienso atentar contra mi vida nuevamente, pero a mi amiga no le bastaron mis palabras. No cuando la puse al tanto de lo que me había sucedido. Bill también me hizo confesar todo y trató de relajarme con los ejercicios acostumbrados, le hice creer que habían funcionado. La verdad es que yo sabía bien que nada me haría sentir mejor hasta que el dueño de los ojos color esmeralda apareciera. Ya no quería pensar más en Leila, sólo necesitaba a Zed. Me asusté mucho al descubrir la intensidad del sentimiento que realmente tengo hacia él.

Y vaya que lo hizo. Con todo y su entrada intimidante al ver a Bill en mi cuarto, cruzando la línea de los celos razonables, convenciéndome de que en realidad no se acostó con Leila y prometiendo sacarla de su vida para siempre, y claro, gritando a los cuatro vientos que soy "su mujer" y que por eso tenía que irme con él. Al menos su particular forma de ser me hizo olvidar por unos segundos lo que en realidad pasaba y lo mal que me sentía a tal punto que ignoré por completo el golpe que apenas y se miraba en cierta parte de mi frente. Eso es lo que provocamos el uno en el otro. El mundo se puede estar haciendo pedazos frente a nuestros ojos y estando juntos todo parece disminuir, la gravedad de lo que ocurre no es tanta y todo pareciera tener solución, a pesar de no tener salida alguna.

La tranquilidad duró poco, era una obviedad que tarde o temprano miraría el pequeño golpe que traigo y eso lo descontroló. Mi plan de ocultárselo se desvaneció y ahora estoy tratando de que no se marche, de que no haga otra de sus acostumbradas locuras, de que entienda que todo lo que está pasando va más allá de lo normal y lo razonable. Lo veo apoyarse en el escritorio, es un secreto a voces que está cansado, necesita descansar. Sus ojos de pronto vuelven a enfocarse en mí y me mira de forma extraña.

RETANDO AL OLVIDO (+18) Where stories live. Discover now