Es Una Orden

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Los días seguían transcurriendo desde aquella noche. Sebastian aún tenia las ansias de volver a ver a Grell, sus manos incluso llegaban a replicar inconcientemente la acción de tocar sus largos cabellos.
En la mansión se le veía pensativo, recorría loslargos pasillos con la mirada al cielo, pues buscaba en sus ideas alguna que le hiciera volverse a encontrar con el pelirrojo.

Pasaron las horas hasta que la noche llegó, el joven amo ya había cenado y preparado para irse a dormir.
El amo ya acostado en su cama empezó a hablar con su mayordomo:

C- Sebastian, quiero hablar sobré tu última misión -

S-¿que desea saber, joven amo?-

C- ¿lo encontraste?-

S-si mi señor, fue difícil pero pude descifrar su ubicación -

C- bien, entonces quiero que lo traigas a la mansión-

S- joven amo?-

C- quiero que lo traigas a la mansión Phantomhive y -
Un silencio ensordecedor impacto en la mente del Mayordomo - es una orden Sebastian -

S- yes my lord -

C- puedes retirarte -

El mayordomo salió de la habitación, de la enorme mansión, se dirigió a la entrada de esta, giro la mirada y la enfocó directamente a la ventana de la habitación de su joven amo:

S- vaya, si que es despiadado hasta para un niño

El azabache solo analizaba las palabras de su joven amo; dictando su próxima misión.

"C- quiero que lo traigas a la mansión Phantomhive lo apreses y le muestres lo que sintió Madame Red al momento de su asesinato, puedes torturarlo o matarlo eso queda a tu elección no me importa, que sea un dios tal vez sea un inconveniente, pero para un demonio no creo que sea mucho problema. En resumen quiero que desaparezca la existencia de Jack el destripador, solo así estará completa la orden qué te di el día que descubrimos su identidad -"

El demonio solo podía revivir aquella noche pues le hervía la sangre de la ira, sus ojos eran de un color tan brillante que reflejaban una luz de impotencia, rabia y tristeza, pues no podía hacer nada por él, su contrato le obligaba a obedecer y nada más :

S-lo siento Grell, pero tal vez podamos disfrutar de este castigó mutuamente -

~en la mañana~

El mayordomo realizó perfectamente sus tareas matutinas, el joven amo Phantomhive se encontraba en el invernadero tomando el té de la mañana:

C- Sebastian-

S- si joven amo-

C- tráelo-

El azabache con todo disgusto se inclino en una rodilla y pronunció esas palabras, pero siempre manteniéndose sereno:

S-Yes, my lord-

El azabache se dirigió a la ciudad teniendo en mente el horrible mandato de su amo.

Llego a la ciudad, permaneció lejos de la vista de todos, vaga en la cima de los tejados y techos de cada edificio en Londres, no fue hasta que el sol se ocultará que la hora sería la indicada:

S- 8:09 -

A sus oídos los invadió el caminar de un par de tacones y apuntó la vista hacía el suelo que golpeaban esos zapatos. Logró ver cierta larga cabellera entrando por la entrada principal del hospital general; tenía su apariencia de humano para pasar desapercibido, pero verle con ésa apariencia  le hacía sentir aún más culpable. Sus cabellos castaños, su listón rojo y esos dulces ojos verdes; esos ojos de cachorro que engañan fácilmente, esos ojos que te hacen creer que es una persona torpe y delicada.

Lo veía caminar por los pasillos a la vez que cambiaba su apariencia con un aura fúnebre, observaba como con un simple contoneo de su mano fue capaz de arrebatarle sus memorias a todos los recién fallecidos, como el vuelo de cada uno de sus cabellos carmesí brillaban con la luz de la luna mientras se dirigía al pabellón de maternidad.

El Mayordomo no podía lastimarlo, se lo había prometido, pero la orden lo obligaba.
Quería advertirle, pero de hacerlo no sabría como explicarle que de quién debía protegerse era de él. Se movía entre las sombras evitando cualquier contacto visual, quería evitar el mayor tiempo posible su encuentro, él quería atesorar cada segundo que le quedará a su amado pelirrojo antes de cumplir la orden.

Intentaba disfrutarlo pero a los pocos segundos, aquel delicioso momento tenía un asqueroso sabor salpicando el paladar del demonio. Era la sensación de alguien más, otra presencia no humana, detrás de él apareció una guadaña apuntando  su cabeza, para el fue sencillo esquivarla con astucia, giro la vista y pudo ver la cara de su agresor.

PELIRROJO Where stories live. Discover now