Capítulo 12: ¿Quién eres?

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Me levanto de aquella cama tambaleándome de un lado a otro, el piso helado solo me hace despertar mejor, aún no puedo creer lo que estaba a punto de hacer con ese hombre, con ese que ni siquiera conozco y mucho menos se su nombre, en verdad comienzo a pensar que estoy loca.

Veo una puerta que parece llevarme al baño y la termino abriendo, al ver adentro suspiro aliviada al saber que si es y me veo en el espejo, mi aspecto es deplorable, los moretones en mi rostro ya han hecho su aparición y la cortada cerca de mi cuello parece haberse secado por la sangre que salió de esta, aun no entiendo como con esta cara, aquel tipo haya tratado de abusar de mí y aún menos, que el tipo en calzoncillos que seguramente está afuera aun, haya estado a punto de tener sexo conmigo, sacudo mi cabeza de un lado a otro como si eso funcionará realmente para esfumar aquellos pensamientos de mi mente, abro una de las llaves del lavabo y enjuago mi rostro con aquella agua helada, limpio la herida de mi cuello que parece ser superficial y me siento en la taza del baño mientras mi vista se dirige al suelo, justo ahí donde yacen mis pies descalzos

(...)

—Oye, ¿estás bien? — la voz de aquel hombre rizado me hace levantar la vista y ponerme de pie hasta girar la perilla, sus ojos son lo primero que veo al abrir la puerta haciéndome bajar la mirada y sentir toda aquella vergüenza apoderarse de mi

—Anda sal, necesitas descansar— lo escucho decirme mientras observo que el aún sigue en bóxer, salgo del baño pasando a lado de él lo más rápido posible, pero sin poder dejar de sentir aquella extraña sensación de quererlo sentir aun junto a mí, camino hasta la cama con el detrás mío, soy consciente que aún sigo en ropa interior y él puede verme justo ahora, pero el pudor es lo menos que existe ahora entre él y yo, ambos hemos observado y tocado casi todo el cuerpo del otro, me siento sobre la cama y me obligo a mirarlo

—Bueno, creo que iré afuera— lo escucho decir, pero no se mueve del mismo lugar donde se encuentra, con la mirada aún sobre mí y con el cabello alborotado, supongo que mis manos no pudieron mantenerse quietas

—Bueno es tu habitación, será mejor que yo me vaya a mi departamento — le digo y me pongo de pie, el solo me observa, doy unos pasos y veo como todo da vueltas de nuevo, siento como me inclino hacia un lado y él me toma de nuevo con uno de sus brazos, ambos nos miramos mientras nuestras vistas se dirigen a los labios del otro sin discreción alguna

—Tu descansa aquí, mírate como estas, no está a discusión, no te dejare ir así — aquellas palabras y sus ojos verdes eran lo único en mi mundo en aquel momento, sin decir nada me ayudo a regresar a la cama y me recosté en ella, ninguno de los dos dijo nada después de eso, solo nos miramos hasta que el rompió el silencio después de unos minutos

—Bueno, descansa— fue lo último que escuche de su parte y lo vi salir al fin de la habitación, saqué todo el aire de mis pulmones una vez que ya desapareció y observe a detalle aquella habitación, las paredes color verde musgo, las pinturas de paisajes oscuros, libros en fila por todos lados y una enorme ventana que se dirige a la nada. Bostecé cansada finalmente después de unos minutos, mis ojos comenzaron a cerrarse y me quedé dormida

(...)

Me removí en aquella cama sintiendo lo helada que se encontraba la habitación, sentía frío y mi sueño parecía haber desaparecido de un momento a otro, me senté como pude sintiendo el punzante dolor en mi cabeza, hasta que unos ojos verdes llamaron mi atención en aquella oscuridad, justo al lado de la ventana, en la esquina más oscura, ahí se encontraban observándome en silencio

—¿Eres tú? — fue lo único que pronunciaron mis labios y me puse de pie, no sentía miedo, di unos pasos hasta aquellos brillantes ojos y lo tomé de la mano, aquella suave y grande mano cubierta de anillos y tatuajes hermosos

Mi Propio Demonio [Libro 1] |H.S|Where stories live. Discover now