Capítulo 38: No deseo ese beso

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En ese instante Jihoon particularmente no se sentía como el mismo, tenía una extraña sensación en su interior por los recientes hechos ocurridos alrededor de él. Pero quizás lo que inquietaba más su mente era el hecho que su padre y él habían tenido una pequeña pelea, cosa jamás sucedida en la residencia Kim.

Jihoon y su padre se parecían mucho y a la vez  no. De forma simple tenían los mismos gustos en cuanto a música, tendían a ser amables con algunas personas, entre otras cosas. Pero, en líneas generales, Jihoon era introvertido y de pocas sonrisas, aunque eso había cambiado últimamente, y Junsu era muy extrovertido y con escasos momentos de seriedad, ocasionados por preocupaciones que escapaban de sus manos.

Ambos tenían cosas que complementaban al otro y de alguna forma eso los ayudaba, teniendo de esta manera Jihoon y Junsu una relación envidiable. Sin embargo aquella relación había sufrido a partir de las decisiones tomadas, decisiones que en parte afectaban a ambos.

—No iré —recordó Jihoon que le dijo a su padre en su estudio ese día en la mañana. Y es que minutos antes Mingyu, con rostro triste, le comentó que no deseaba dejar  Seúl. Por ello de alguna forma Jihoon se sintió culpable con su primo, ya que era arrastrado por la oportunidad dada a él—. Estudiaré en Seúl.

—No —la voz de Junsu sonó firme en aquel momento—, estudiarás fuera y es mi última palabra.

—No me quiero ir—trató de razonar—. Mingyu no se quiere ir. Tía Hyori estoy seguro no se quiere ir. Y es más, tú no deseas irte.

—No sabes lo que está en mi cabeza Woozi —le refuto su padre.

—Pero si en tu corazón.

Jihoon señalo a su propio corazón para hacerle ver a lo que se refería, aunque el mismo siguiera dudando si la resolución que había tomado se trataba de porque aún no se sentía preparado para estudiar al extranjero o por no alejarse de sus amigos, después de todo estudiar afuera era uno de sus sueños. Aún con ello Jihoon con pasos lentos se acercó hasta el escritorio de su padre, colocó ambas manos sobre la mesa y se reclino ligeramente hacia adelante.

Desde su posición Junsu sintió que su hijo trataba de demostrar su necesidad de persuadirlo pero él no cedería, por una vez estaba dispuesto a no cambiar de opinión.

—Papá —su voz adquirió un tono lastimero—, sé que estudiar en el extranjero es una gran oportunidad pero aún no me siento preparado —se sinceró el menor—. Déjame aunque sea estudiar un año en Seúl, quiero ver como es la enseñanza de música aquí y …

—Estudiaras fuera de Corea, no insistas.

—¡Papá! —alzó su voz Jihoon.

—No me alces la voz, Woozi —el tono de Junsu fue duro, se paró de su silla y encaró al menor.

—¡No me estás escuchando! —le reclamó Jihoon.

El más bajito apretó los puños sobre el escritorio y arrugó su rostro, en un gesto que trajo demasiados recuerdos a Junsu. Cuando Jihoon era pequeño había hecho unos cuantos berrinches, muy escasos a decir verdad, con tiernos pucheros y arrugando su nariz, en aquellos tiempos Junsu notó el increíble parecido con la forma de molestarse de otra persona.

—Tú no me estás escuchando a mí —Junsu  tomo una carpeta de su escritorio—. No estaremos más en Seúl, ya no más.

Sin decir una palabra más y sin mirar atrás, Junsu salió de su oficina aquel día domingo por la mañana. Jihoon no alzó la voz y decidió que el complejo mar de emociones que sentía no lo afectaran pues debía encontrar una solución. Después de todo Jihoon estaba colocando todas sus esperanzas en el buen juicio de su padre y que este de manera natural llegará a su mente en los días posteriores.

Me odias, Me amas [JiCheol]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora