Capítulo 11

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Deberías irte a casa (Parte 2)


Un rayo de calor se estrelló contra mi cara y empecé a sentir la consciencia de mi respiración. El tráfico de Barcelona se oía a través de una posible ventana como símbolo de la horrible naturaleza urbana. Cuanta más luz empezaban a recibir mis párpados cerrados, la migraña se intensificaba.

Abrí los ojos pesadamente y me encontré con una habitación desconocida. Las paredes beige y las cortinas blancas no me sonaban en absoluto y este hecho hizo que me espabilase de golpe asustada por la situación.

Miraba de un lado a otro intentando situarme. Estaba sola en una habitación, ahora sentada en la cama donde me había despertado. Apenas podía recordar partes de la noche de ayer. Tomé el edredón con mis manos y pude ver que llevaba aún la ropa de ayer. Un poco de alivio.

Se trataba de una cama individual y, tras comprobar las vistas que daba la ventana del cuarto, me cercioré de que me encontraba en un hotel cerca del centro de Barcelona que había visto varias veces.

A pesar de recopilar cada vez más datos sobre qué estaba ocurriendo, mi inquietud no descendía lo más mínimo. Yo no había reservado una habitación de hotel ya que dormiría en casa de mis padres.

Oí unos pasos acercándose a la puerta y la llave introduciéndose en la cerradura. Instintivamente corrí de nuevo hacia la cama y me cubrí con el edredón.

Alguien entró cerrando la puerta tras de sí.

— Cogeré el avión por la noche —Estaba hablando por teléfono. Reconocí la voz de Luis y aliviada me dispuse a levantarme cuando lo que siguió la conversación me detuvo —. No, sigue dormida. ¿Y que querías que hiciera, Graciela? Con estos temas empiezas a cansarme y solo llevo un día fuera... No... Ya te lo he dicho. Es como mi puta hermana. ¿Pretendes que la deje allí? —Teniendo cada vez más claros los sentimientos que tenía por aquel chico, su última afirmación me había dolido.

Finalmente se despidió de su novia y colgó el teléfono. Se acercó a la cama y se puso de cuclillas para despertarme. Tuve que simular de nuevo mi sueño y abrir los ojos lentamente mientras él me zarandeaba de forma leve y pausada.

— Hey, Aitana. Buenos días —Pude verlo decir cuando me encontré con su sonrisa llena de ternura.

— ¿Luis? —pregunté después de bostezar para terminar de simular mi despertar resacoso— ¿Qué pasa? ¿Dónde estoy? —dije mirando de nuevo todo lo que me rodeaba.

—Ayer no estabas en plenas facultades —rió.

Un recuerdo invadió mi memoria atrofiada. Mierda, había intentado besarlo. O, ¿acaso me había parado a tiempo? Espero que él se lo atribuyera al alcohol. ¿Me hablaría de ello? Quizás pensaba que yo no lo recordaba.

—Decidí llevarte a casa en taxi después de que me contaras lo que había pasado;  pero me pediste que no te llevase así a junto tus padres por lo que te traje a mi hotel —dijo sentándose en un sofá que había al fondo de la habitación.

— ¿y tú donde has dormido? — pregunté reparando de nuevo en la cama individual.

— Aquí mismo— comentó sonriente dando un par de sonoros golpes.

— Luis, me siento mal por todo esto. Seguro que has pasado una noche horrible.

— No seas tonta. Con los años aprenderás a no solucionar tus problemas con alcohol —rió de nuevo. Su comentario me dejó extrañada y entre las lagunas de mi mente no encontraba la razón de todo aquello.

— ¿Qué problemas? —Me extrañé.

— ¿No lo recuerdas? —Negué con la cabeza—. Te habías peleado con Vicente —concluyó.

La escena golpeó mi mente de repente y recordé toda la noche. Mi estado de ánimo bajó enormemente y, tras coger prestada una sudadera de Luis para que no me cogiera el frío de la mañana, abandoné el hotel de forma apresurada.


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Dios mío estos dos capítulos son una vergüenza. ¿Por qué nadie me decía que estaba haciendo el ridiculo? Que os den

Tú no te Irás.Where stories live. Discover now