34. Como solo ella sabe hacerlo

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- Sí, por aquí todo genial. Ahora me preguntan un poco más por ti que antes, pero es genial poder hablar con gentileza. La gente se alegra mucho, Aitana. - le oí sonreír a través del teléfono e inmediatamente hice lo mismo.

- Me alegro de no haberla cagado. - reí.

- No te preocupes. Todo está bien. Tengo ganas de verte ya.

- Mañana ya estarás hasta las narices de mí.

- Probablemente.

Después de unos minutos más de conversación, colgué. Arrastré las maletas hasta el coche y Marcos me habló en tono frío desde la puerta del hotel.

- Recuerda que debes volver al día siguiente de la fiesta. Yo no iré. - asentí sin demasiado interés y le di el equipaje al conductor para que lo guardase en el maletero.

Al día siguiente por la mañana, mi avión llegó a Barcelona. Entre las decenas de personas que de alguna manera se habían enterado de la hora del vuelo, un hombre en traje me esperaba para llevarme al alojamiento que Operación Triunfo nos había proporcionado.

El coche paró en el hotel. Había llegado antes de lo previsto ya que me habían cambiado la hora del vuelo en el último momento.

La recepcionista me tendió las llaves de mi habitación. Compartir cuarto con Ana ya era para mí, símbolo de estar en casa.

La botones dejó las maletas delante de mi puerta y por la costumbre de los Estados Unidos le di las pocas monedas que llevaba en el bolsillo.

Con ganas de abalanzarme sobre Ana y no soltarla nunca más, introduje las llaves en la cerradura y con un gesto firme y rápido la puerta se abrió.

- ¡Mierda, mierda, sal de encima! - Gritó Ana intentando sin éxito que fuera un susurro.

Pude intuír que tenía compañía por lo que roja como un tomate, cerré la puerta de nuevo mientras gritaba repetidamente "Perdón"

Cuando me vi sola de nuevo en el pasillo, la incomodidad se transformó en risa. Esto era surrealista. Empecé a reír como loca y decidí esperar a que Ana se dignara a abrirme. Acababa de pillar a Ana con Jadel.
Solo el hecho de pensarlo me hacía reírme. Me había sentido totalmente como el marido que vuelve antes del trabajo y se encuentra a su mujer con otro hombre. Un cliché demasiado gracioso.

Unos minutos después oí con la puerta se abría y Ana se asomaba tímidamente con un color casi rojo fluorescente en sus mejillas. Me miró por unos segundos con el ceño fruncido, confundida.

- ¿Pasa algo? - intenté preguntar. La risa me interrumpía a cada poco.

- Pensé que eras Jadel... - con alivio cubrió su rostro con las manos y se recostó sobre la pared. Para mí su comentario no pasó desapercibido y las ganas de reírme desaparecieron al darme cuenta de la gravedad de la situación.

- ¿Jadel? - Ana asintió tristemente. - Entonces el que está ahí dentro no... - negó con la cabeza antes de que pudiera terminar, ni yo quería decirlo, ni ella parecía querer escucharlo.

Ana entró a la habitación y yo capté la intención para seguirla. Allí me encontré a Mimi, sentada sobre el colchón. Su pelo rubio estaba totalmente revuelto y sus labios, como lo de Ana, muy rojos. Parecía avergonzada y ninguna de las dos me miraba a la cara.

Pasamos así varios segundos en silencio. No sabía qué decir. Finalmente, Mimi se levantó y abandonó la habitación sin mediar palabra.

La situación sobrepasó a Ana, quien se sentó en el colchón y comenzó a llorar mientras cubría su rostro con ambas manos. De un salto me tiré a su lado y la envolví con mis brazos.

- ...Hey , Ana. - ella destapó por fin su rostro dejándome ver una expresión rota que brillaba por las lágrimas. - No pasa nada, ¿vale?

Ana rompió a llorar aún más fuerte.

- No sé qué estoy haciendo, Aitana. No puedo hacerle esto a Jadel. - dejé que se apoyara en mi hombro y froté su brazo suavemente mientras seguía desahogándose. - No quiero ser de esa gente que en cuanto tiene problemas con su pareja, ya le está poniendo los cuernos. - negó con la cabeza y tomó aire para relajarse. Nos quedamos así, sin hablar hasta que la respiración agitada y el movimiento violento de pecho de Ana cesó.

- ¿ Estás mejor? - pregunté y ella asintió. - ¿Quieres hablar ahora, calmada, del tema?

Suspiró y se rascó la nuca.

- Hace unas semanas, había quedado con Mimi y Ricky para ir de fiesta por ahí. - asentí y ella prosiguió. - Con varias copas demás y alguna canción pegada, Mimi y yo terminamos bailando juntas. En una de las canciones, Mimi, bailando como solo ella sabe hacerlo, apareció de la nada, desde el suelo, a centímetros de mí. Cogió mis manos y las puso en sus caderas, me miró de una manera muy intensa durante unos segundos y me dio un corto beso. - intentaba permanecer tranquila, pero todo lo que Ana me contaba me estaba dejando anonadada. - No volvimos a hablar de ello, no había entre nosotras más que silencios incómodos, miradas esquivas. Hasta que un día Mimi me agarró a la fuerza y me habló de lo que sentía por mi. - permanecía atenta al relato, indicando a cada tanto a mi amiga que prosiguiese. - Yo no entendía muy bien qué es lo que pasaba, tampoco ahora, la verdad. Solo sé que me gustó. - hizo un amago de sonrisa que desapareció enseguida. - Hoy subió buscando volver a tener la misma conversación conmigo, una en la que yo tuviera las ideas claras. Me besó de frente, lo había visto venir y bueno, yo no me he apartado. - Todo el relato venía cargado con un tono decepcionado, martirizador.

- ¿Y de verdad necesitas que te diga qué creo que te pasa? - levanté ambas cejas con una cara divertida para intentar quitar peso al asunto.

- No mucho. - sonrió por fin.




Pronto publicare el siguiente. Perdón por no profundizar mucho en la historia de Ana y Mimi, no lo he hecho porque la historia es Aiteda. Aún así si queréis una especie de flasback sobre lo que pasó solo tenéis que pedirlo. Si no, continuaré con Aiteda. 💛💙 Hasta el no se... Viernes? Sábado? Ya se irá viendo.

Tú no te Irás.Where stories live. Discover now