28. Tu vuelo.

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Maratón (5/5)

Llamé a Marcos. No solo para pedirle disculpas por todo y, por supuesto, devolverle su empleo, sino para informarlo de que me quedaría en otro hotel esta noche. Por nada del mundo pasaría por el mal trago de dormir a puerta contigua con Vicente. No quería ni verle, ni sentir que estaba cerca de mí.

Había decidido quedarme en un hotel bastante sencillo que había encontrado no demasiado lejos del restaurante. Le había pedido al taxista que me acercara a alguno que me pudiera costear con el dinero que llevaba encima, unos sesenta euros como mucho. A decir verdad, el edificio era más bien una pensión.

Había llamado a Marta, que no había hecho más que llorar conmigo las penas y apoyarme, que no era poco; pero después de intercambiar unos mensajes con Roi, Ana y alguno más, llamé a Amaia.

- Es que no me puedo creer que sea tan imbécil. Que horror Aitana, me siento fatal por no estar ahí contigo ahora mismo. Mira, tengo unos días libres, podría pasarme por allí y hacerte compañía.

- No, Amaia no hace falta, de verdad. Suficiente es ya tenerte conmigo así a las dos de la madrugada.

- Es que me siento muy mal, Aitana. Es como que no puedo hacer nada.

- Estoy bien. Bueno... Bien, ¿sabes? No pasa nada, de verdad Amaia. Solo te pediría que te quedaras conmigo un rato hablando, pero no más de Vicente.

- ¿Podemos hablar de lo de Luis?

- Hoy estás por tocar todos los puntos críticos, ¿no?

- Es que sigo sin entenderlo, de verdad. ¿No piensas hablar nada con él? Ha ido a Manchester a verte. ¿No ha intentado hablar contigo?

- La verdad es que no se si lo ha intentado y no le han dejado pasar o algo.¿Crees que debería intentar hablar con él?

- Deberías. Pero por una vez, entiendo que no lo hagas.

- Wow.

Amaia rió y con su risa me contagió la primera sonrisa de la noche.

- A ver, es que si hablaras con él, tendrías que contarle todo lo que sentiste por él... O sientes. ¿Aitana?

- ¿si?

- ¿Sientes?

Un cosquilleo subió por mi estómago al enfrentarme a una de las que siempre habría pensado que sería una de las preguntas más difíciles de contestar, pero no lo fue. Las imágenes se sucedieron, los recuerdos, las sensaciones. Respiré hondo y sentí la necesidad de cerrar los ojos para intentar imaginar sentir de nuevo sus brazos.

- Siento Amaia. Siento más. Cada vez que lo pienso lo siento más y más. - empecé llorar de nuevo y Amaia suspiró desde la otra línea.

- Aitana si está allí tiene que ser por ti.

Puse a Amaia en altavoz y empecé a sacar de la bolsa las cosas necesarias para pasar la noche que había ido a buscar al hotel.

- No quiero pensar en ello. Puede ser coincidencia.

- Si, seguro. - dijo de forma sarcástica. - ¿Y qué opinas de eso de las canciones? ¿Crees que son de un fan?

- La verdad, si son de un fan, quiero conocerlo. Son increíbles. Pero no las firma.

- Quizás le dé vergüenza.

Saqué las partituras de la bolsa y las extendí sobre la cama para poder observarlas con detenimiento.

Mi corazón dió un vuelco y la respiración se me paró. Empecé a mover los papeles de un lado a otro con urgencia hasta que sin apenas poder respirar me alejé de la cama.

Tú no te Irás.Kde žijí příběhy. Začni objevovat