Capítulo 27: Paris #3- Pensamientos de Tormenta.

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Estaba soñando…

Estábamos Zeev y yo en el elevador ayer, después de nuestro baño en la piscina, recuerdo exactamente como mis mejillas estaban encendidas y como picaban mis manos por tomar su mano. ¡Rayos!

Llevaba mis zapatos en las manos y mi cabello goteando, era un desastre.

Abrió la puerta de nuestra suite, y como me miraba de arriba abajo, como si fuera una fuente de chocolate. Pero no, esto no iría a más hoy, no, no.

Lo más que sucedió fue…

-creo que hay que hablar sobre la reunión de ayer.-dijo él.

Yo reí, y le sonreí, subiendo una ceja.- sí, hablaremos mañana, cuando mi camisa no se trasparente.-le guiñé un ojo y el rió.-Hasta mañana.- fue lo último que le dije, anoche.

Dicen que los sueños son, cosas que te pasaron, que quieres o que tu corazón desea desesperadamente, también dicen que el 55% de las cosas que sueñas te dicen predicciones del futuro, creo que leí eso en alguna parte,  la verdad, hay muchas cosas que no quiero pasen, como hay otras que obviamente, sería feliz con que pasaran.  

Mi sueño fue, solo un recordatorio de lo que había sucedido.

Abrí mis ojos pesadamente, y algo a lo que me referiría como “gloria matutina” golpeaba contra mi estómago. Okay… esto no es la primera vez, empujé a Zeev, esté ni siquiera se movió, como si no lo hubiera tocado.

Abrió sus ojos, y los tenia todos fruncidos por el sueño, sonrió como un gato y colocó un pedazo de cabello detrás de mi oreja, oh si, solo quiere hacerme estremecer, puto. Me sentía incomoda, pobre de mi estómago.

-Voy a pensar, que estás feliz de verme.-bostecé. Él levantó una ceja.

-lo estoy, y no pienso pedir disculpas por esto.-dijo en su voz aun adormilada y fundió su cara en mi hombro, enterrándose en mi cabello como si ese fuera la almohada. Está loco.

-nunca lo haces.-me alejé rápidamente, me dirigí a lavarme los dientes.

-¿desde cuándo usas pijamas tan… decentes?-preguntó sentándose en mi cama, estrujando sus ojos. Bueno era decente, digo es una de esas pijamas con pantalones largos y peluchosos. Luego volvió la sonrisa gatuna.

-pues, desde que este lugar no es mi casa y no somos nada.

-buen punto.-dijo asintiendo, y cayendo de cara en la cama una vez más.-aunque creí que éramos amigos.

Cierto, amigos. Se supone que eso es una relación entre nosotros.

-sí, pero los amigos no miran a la amigas, como a un snicker.

Entré al baño y no pude escuchar lo que le decía de cara a la almohada.

Zeev caminaba por la pequeña sala pintada de rosa pastel, pasando las fotos en su cámara que le colgaba del cuello como otras muchas veces.

Mis zapatos que me hacían sentir como un mini edificio, eran de un verde llamativo, ni idea porque debía usar esto. Claro, Lena Lloyd es elegante, y su asistente debe ser igual.

Mi vestido era tan de niña con flores y corazones, que todos podrían decir por mi vestir que mi música favorita tiene que ver mucho con las cursilerías, salí de la habitación con mi cartera en mano y mi rizado cabello rebotando.

Zeev flasheó en mi dirección.

-esto ya se te hiso una mala costumbre.

-¿Qué?... ¿esto?-Flasheó otra vez. Rodé los ojos.-vamos hay que reunirnos con Jason y los de “Flores y Novias” en el Pullman en veinte minutos. Hay que llegar antes, Jason siempre llega antes, me jode mi vida.

Anónimamente Yo. ©Where stories live. Discover now