Capítulo 32: Flor de piel.

30.8K 1.6K 192
                                    

Me senté en el medio de ese montón de flores, el cielo estaba naranja, rosa… todo un atardecer digno de una película.

Suspiré. No pude contenerme más. Lagrimas resbalaban por mis mejillas, no quería llorar pero no podría controlarme, me quite los putos zapatos que me estaban matando, y apreté mis rodillas a mi pecho. Pasé así, un largo tiempo.

No es tan malo ser rechazado. La verdad quizá la próxima vez tú rechaces, Cloe.

Para la próxima, no será tan malo. Si es que hay próxima y no me meto en un monasterio. Ni yo me creo que sería monja.  Sequé las lágrimas y levanté la cabeza, me levanté y me mantuve derecha, recogí mis zapatos. La brisa me acarició y me recordó como sus manos parecían encajar conmigo, no éramos iguales, y no necesitábamos serlo, para armar un rompecabezas se necesitan partes diferentes, pero que encajen.

Quizá no encajamos. Y eso es todo.

Zafiro haría de esto una novela perfecta. De esas que tanto me gustan.

Caminé un poco y me volví a poner mis zapatos, me escabullí hasta la carpa blanca, a buscar mi bolso, no quería ver a Zeev o que él me viera. Todo se arremolinaría dentro de mí, y mi pobre contenedor de lágrimas negras, caería desbordándose.

Me di paso al lugar donde antes había estado Lena tan nerviosa, y ahora solo disfrutaba del momento. La carpa se abrió detrás de mí, me asusté y me voltee rápidamente.

Suspiré.

Lena. Solo es Lena.

-¡¡Cloe!!-suspiró. Se aproximó a mí y me abrazó. Intenté no llorar, los abrazos solo me aflojan más. Drew también se dio entrada al lugar. Lena se alejó de mí y ambos me miraban con pesar.-desapareciste, me preocupe mucho. Y Zeev, está en el hotel y está muy asustado porque no aparecías.

-si no fuera porque nos decidimos por revisar aquí una segunda vez, nos matas de un susto.-decía Drew, pasando su mano consoladoramente por la espalda de Lena, eso me oprimió el pecho, Zeev hiso eso, cada vez que tuve una pesadilla, aunque con él junto a mí disminuían.

-bueno, me encontraron. ¿Para que soy buena?-pregunté, me colocó mi bolso, dispuesta a salir en el momento que no fuera imprescindible.

-Princesa,-dijo Lena y mi cuerpo se estremeció.-nos dimos cuenta de lo de Jean, y ha sido despedido,-su mirada lucia como si creyera que con eso se impartió justicia.- pero, el señor Lucius… me contó que tú y Zeev…-dejó las palabras en el aire.

-yo y él… ¿Qué?-tenía que saber lo que diría, por más que doliera, por más que me sintiera una nada por dentro.

-que… él te dijo que no…-ella apretó sus ojos, como si el ardor en mi pecho se le hubiera contagiado.-él solo está confundido, él te ama.

-ustedes son el uno para el otro.-le siguió Drew.

Ellos no entienden que sus palabras, duelen.- si fuésemos el uno para el otro, él no me hubiera mirado así.-me encogí de hombros.

-¿así como?-preguntaron a la vez.

-lastima.-lamí mis labios, aunque estos estuvieran todos sensibles por estar llorando.

-Pero, puedes abrirle los ojos. Cloe… tú nunca te rindes.-Lena parecía incluso dolida.

-hay una primera vez para todo, ¿no crees?

Ellos me hicieron sentarme, me sentí como en la banquilla de los acusados, tomé una empanada del arreglo que estaba allí en la mesa junto a mí.

-¿escuchaste lo que te dije estos días?-preguntó Drew frunciendo el ceño.- Zeev es terco,  su corazón y mente van en diferentes direcciones, él no sabe a cuál enfrentar, hasta que cuando ambos se deciden, chocan. Entonces se desespera y corre. No podemos dejar que llegue tarde aquí.-dijo señalando la parte izquierda de mi pecho.

Anónimamente Yo. ©Where stories live. Discover now