Capítulo 30: Paris#6- Despedidas.

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Los días fueron cortos y las noches largas, todas esas horas que mi reloj marcaba eran arena, ya no existían, el viento las había soplado. Así de fácil en un dos por tres, todo eso se llevó a mi Zeev.

Mi Zeev, ya no estaba allí, él chico que ahora vivía en su cuerpo era muy seco. A eso supuse que él lo sabe. Él sabe que babeo por él y que estoy enamorada como el sol del cielo naranja que lo arrastra hasta esconderse. Me encuentro afuera de una puerta, rentamos una sala del Shangri para poder hacer la despedida de Lena, que era hoy y se casaba justo mañana, a las 2:30 de la tarde, nunca había asistido a una boda a esa hora, siempre eran en la mañana. En los últimos días, soporte el pesado humor de Zeev, y no sé si es porque ya ve la realidad de que Lena le pertenece a Drew o que solo está incomodo conmigo. Lo más probable es que él escuchara lo que dije mientras estaba tirada en el asiento de atrás, muriendo de frío, sintiendo pena por mí misma, cuando en realidad, estoy bien, estoy perfecta. Debería pintarme de guerra y no dejar que nada me bajara de mi nube. Y así será. Desde hoy.

Me había convertido en algo así como la mejor amiga de Drew, que era un completo desastre con sus nervios pre boda. Y, llegamos a aclarar un montón de cosas, y luego lo dejamos todo atrás, estrechamos nuestras manos y comenzamos otro capítulo.

-¿Cloe?-la voz de Zeev sonó a lo lejos en el pasillo, miré, pero no quería responder, no sabía a cuál Zeev me iba a encontrar. Caminó hasta mí, se sentó a mi lado en el suelo. Me miró como cuando le tienes lastima a alguien.

Odie eso.-¿Por qué tan sola afuera?-señaló la puerta, capté el hecho de que él tampoco estaba con Drew.

-no estoy de humor para festejar.-respondí y me levanté, dirigiéndome a mi habitación a dormir.

-yo tampoco.-me siguió. Claro que no lo estaba, el amor de su vida se casaba.

Él agarró mi mano, y eso dolió. Era como agarrar espinas, pero no quería que me soltara porque, para ser realistas, yo solo quería estar con él y que cada día fuera impredecible.

Ambos nos adentramos en nuestro lugar, sus dedos se alejaron de los míos, y caminó a la mesa, había una pequeña cena allí. Perfecto.

-discúlpame si no hay comida suficiente, de camino a acá pedí servicio para mí y… te creí en la fiesta.

Lena había sido un amor de persona los últimos días como siempre, incluso me ayudo con lo de arreglar el lugar y también intentó tener perfecto casa detalle.

-no, está bien. Si alcanza. No comeré mucho de todas maneras.

Para ser sincera, si no fuera por ella hubiera estrangulado a Zeev con una soga hasta que dejara de respirar. Lo odiaba. En serio. ¿Por qué se comportaba tan frío como si yo ya no le importaba?, solo me provocaba ganas de estrellarlo contra el suelo, hasta que sintiera en dolor físico, lo que yo emocionalmente.

Él sirvió crepes para ambos. Comimos sin mediar palabra.

-¿Cloe…?

-¿Qué quieres?-pregunté casi agresivamente, mi rostro sin expresión alguna, la verdad era que estaba cansada de fingir estar feliz con lo que él hacía o decía. No estaba feliz. Lena fue una fuente de apoyo inmensa, tan inmensa que descubrí cosas de ella, en su intento de hacernos mejores amigas, también descubrí que ella no es perfecta. Y que también tiene un talón de Aquiles.

-¿te estoy molestando?-preguntó con esa picardía de antes.

-¿quieres la verdad?-pregunté, él asintió.-Tú lo pediste, si me molestas, más o menos desde hace un par de días. Estas todo insoportable, si tienes la andropausia avísame ¿sí?, eres como un bebé que llora a cada rato, solo que contigo es rabietas. Me miras como si te hubiera hecho algo… ¡¡Llamada a tierra, Zeev!!, yo no rompí tu corazón, pero estoy a punto de romper tu cara.

Anónimamente Yo. ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora