Capítulo 31: Declaraciones.

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Me puse el vestido verde cuando ya habían terminado conmigo, Taru, Bernard y Julia. Me senté en la cama, colocándome los zapatos y ajustando las correas, me levanté, eran altos, bastante. Así que practiqué unos pasos y cuando me sentí firme pose y sonreí. Más que lista.

Me gustaba el vestido, era entallado hasta un poco más debajo de la cintura, abajo era todo tul, loco y extravagante tul, las mangas eran caídas y lucía como un vestido romántico. El verde pastel me hacía lucir diferente, no usaba este color frecuentemente.

Me miré en el espejo, otra yo. Esta yo era definitivamente más guapa que la normal, tenía que pedirles a esos chicos la receta, porque esta quería ser de ahora en adelante. Julia había cortado mi cabello, ya no era esa mata rodante que me llegaba hasta el final de mi espalda, seguiría siendo mi descontrolado cabello después de un rato pero ahora, solo me llegaría hasta debajo de los senos, o algo así calculé. Me gustaba, digo no es como que fuera ser algo extravagante, ya necesitaba un corte.

Entonces sentí el peso en mi estómago, hoy es el último día del trato, hoy sería el último día que vería a Zeev, y hoy tenía que decirle lo que estaba pasando dentro de mi cabeza.

Salí de mi habitación caminando a la  recepción donde estaba Lena con su madre y las otras damas, que obviamente eran modelos, pero ninguna de ellas tenía mis caderas y por primera vez en mucho tiempo, sentí superior a las barbies.

Magdalena Lloyd futuramente Cárdigan, era la novia de ensueño.

-¿Soy yo o eres la novia más hermosa que he visto en mi vida?-dije mientras me acercaba para abrazarla. Ella me dedicó una extensa sonrisa y rió.

-Lo soy, pero solo porque tengo a la dama de honor más guapa del mundo, ¡Cloe Kavanagh!, wao, estas que ardes.-decía mientras hacia un sonido de chisporroteo tocando con un dedo mi hombro desnudo. Luego sacudió la mano como si se estuviera quemando, reí.

-bueno, hay que complementarnos.-le dije y ella rió, me golpeó el hombro juguetonamente, las otras chicas nos miraban con atención, la mamá de Lena vestía un espléndido y exquisito Coco Chanel que parecía que la misma Coco lo llevaba, era mágico, se aproximó a nosotras contoneando sus caderas.

-¿listas?, el chico del auto dijo que habrá algo de tráfico pero que tomará todos los atajos posibles, demoraremos unos 45 minutos en llegar.

Y sin medir más tiempo, salimos del hotel y nos metimos una inmensa limusina blanca.

Cuando llegamos a Le Château de Thoiry. Todo lucia precioso el jardín donde se llevaría a cabo la boda y la fiesta tenía como sombrilla telas blancas que se movían al son del viento, parecía que cantaban y con todo ese aire francés desee por primera vez en mi vida realmente tener una boda, aunque fuera con mi reflejo porque tanto esplendor tenía que ser por una vez mío.

Caminamos hasta una carpa blanca donde no nos verían, y allí dentro había bocadillos y estaban el resto de las chicas. Las modelos estaban cuchicheando algo sobre Justin Bieber y yo me puse mis audífonos para aprovechar a inyectarme algo de valor con Imagine Dragons.

Salí de la carpa por un lado, las personas comenzaban a llegar, rápidamente, muy rápido, ante mis ojos todo se volvió atestado en un dos por tres.

Vi a la perfecta Lulú Anne, con un glorioso vestido rosa que le caiga de manera elegante en el cuerpo, sus tacones de aguja eran armas mortales, ella era pura adrenalina caminante. Algo se hundió en mi pecho, no, hoy no sería su día, dejaría que Lena fuera la protagonista, pero yo, yo sé que nadie me ha visto así, eso sí que causara impacto.  La tía loca de Drew estaba intentando emparejar a unos pobres chicos que si de a malas llegaban a los 15 años. Lucas Renaldi estaba llegando con su familia y una hermosa chica de la mano.

Anónimamente Yo. ©Where stories live. Discover now