Capítulo 34: expresando enojo.

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La misma cama, esta es mi cama, con aquellas sabanas grises que había pensado quemar por haberlas manchado.

Pero, se sentía tan diferente, se sentía fría. Nunca me había parecido que eso fuera malo pero si, ahora, se sentía como si marchitara lo que habita en mi pecho. Suspiré.

Mañana a primera hora tenía que ir a buscar a mi Eclipse, eso de estar aquí sola me mataría poco a poco de tristeza.

Si los meses tuvieran treinta días más, fueran de mucha ayuda en el olvido. Me ayudaría a tener amnesia, a no recordarlo. Aquí sola en mi habitación todo parecía blanco y negro, como en una película que no podría tener un momento feliz, de esas que te marcan amargamente.

Pasando mis palmas por las sabanas, mis manos temblorosas arañaron la superficie restregando el dolor que solo podía ser tangible dentro de mi corazón. Al final caí rendida ante el sueño.

Él había abierto la ventana de las ilusiones, cerrando las razones, no las entendía, y no las quería, solo quería revolcarme en mi miseria sola, llorar y llorar hasta no poder más. Pero, no, no me iba a dejar caer, yo sería la fuerte del cuento.

Quizá Ulysse tiene razón, debería ir tras ello, pero no ahora, no estoy preparada. No podría ahora.

Me restregué la cara con las manos, me senté en mi cama, por alguna razón no se sentía tan mía. Me levanté sintiendo el peso de mis sentimientos, oh mierda, sí que pesan. Me arrastré como zombie al baño y colocando a Drake como fondo musical para mi des-estrés, me hundí en la bañera a tope.

Jadee.

Solo aguanté 34 segundos esta vez, menos de mi record.

Salí de allí, me puse un par de jeans cortos y un suéter cualquiera. El ambiente era hermoso, estaba tan cálido, tan diferente a mí.

Llorar no me servía de nada, eso no repararía mi alma rota, así que ¿para qué perder el tiempo?, ya había pasado por el dolor emocional, ahora solo es momento de superar los recuerdos que influyen dolor.

Me coloqué mis viejos converse rojos y salí de allí.

Caminando por el estacionamiento divisé a mi Gus de lejos, el único amor de mi vida, aparte de Eclipse, ninguno de ellos me engañaría, ilusionaría o rompería el corazón.

No quería convertirme en su pasado.

Él se había convertido en parte de mi vida, él me había hecho respirar aquel amor. Que obviamente sonaba estúpido, pero era así. Como el libro de Zafiro Z.C. de la portada con nubes.

Conduje a casa de mis papás, el camino se me hiso relajante, dejé las ventanas abiertas sintiendo la brisa en mi piel, suspiré, sí, yo podría encontrar otra vida. Quizá comenzar en otro lugar, si es que esto no funcionaba.

Me bajé del auto, mi mamá estaba en el jardín del frente, supuse que mi papá estaría impartiendo sus clases de baile, mis lentes de sol cubriendo el borde rojo de mis ojos. Aunque siempre podría cubrirlo con que leí hasta tarde y la novela me hiso llorar.

-¡Hola, ma!-grité, ella se volteó y sonrió.

-Hola chiquitita.-mi piel se erizó, oh sí, ahora todo se empeñaría en recordarlo.

-hace mucho que no me llamas así.-fingí una sonrisa.

-bueno es que hoy tu papá y yo escuchábamos el CD de ABBA que tanto nos gusta. Pasa cariño, Zoe está dentro.

Anónimamente Yo. ©Where stories live. Discover now