5. Llegan dos se va uno. II

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Tecleé unas palabras en el computador, terminando mi trabajo y luego un pequeño bostezo se me escapó. Ésta ha sido una mañana muy larga, tuve dos intensas reuniones y en dos de mis obras más recientes surgieron problemas que debí solucionar personalmente. Y a todo esto hay que agregarle los dos nuevos problemas que tengo en casa, Javi y Ethan. Necesito algo que me relaje, podría llamar a Sean, o mejor aún, ir a las peleas.

Di por de finalizado mi trabajo en el computador guardando el nuevo documento y luego tomé mi celular para enviarle un mensaje a Lina diciéndole que me organizara una pelea. Unos segundos después de enviar el mensaje alguien tocó la puerta.

—Adelante —murmuré. Entró Angelina, mi nueva secretaria, y yo la miré con molestia—. ¿Que sucedió ahora?

—Siento molestarla, señorita Ether, —agachó la cabeza a modo de disculpa— pero su chófer ya está abajo esperándola para ir a supervisar el nuevo proyecto.

—Bajo en cinco minutos.

Luego de que Angelina se fuera yo me levanté de mi silla y caminé hacia uno de los muebles en donde tenía unos de los documentos que necesitaba, los tomé y les eché un vistazo para luego dejarlos encima de mi escritorio, imprimí el documento que acababa de guardar en el computador y una vez listo lo junté con el resto de los papeles para luego meterlos en una carpeta negra con el logo de la empresa en ella. Me di una mirada en el reflejo de mi celular y luego salí de mi oficina.

Usé el ascensor diseñado especialmente para mí y al llegar al primer piso Angelina me recibió con una sonrisa.

—¿Llevas todo lo que te dije? —le pregunté caminando hacia la salida del edificio.

—Si, señorita —respondió ella siguiendo mis pasos.

Al llegar afuera me subí de inmediato al auto, en el asiento del copiloto y Angelina se subió atrás. Una vez en marcha saqué mi celular de la cartera y le mandé un mensaje a Lana diciéndole que fuera a mi casa a supervisar a mis dos nuevos huéspedes, ella aceptó de inmediato. Luego de eso, el camino a la nueva obra se me hizo eterno. Y apenas estuvimos en la entrada me bajé del auto.

—Buenas tardes, jefa —me saludó el tipo que estaba a cargo de todo esto.

—Buenas tardes —respondí cortante.

Luego de eso comenzamos a caminar por toda la obra, John, como me había dicho que se llamaba, me contó todos y cada uno de los detalles del trabajo y a pedido mío Angelina anotó todo en su cuaderno. Todo parecía ir en orden hasta que pregunté por las condiciones en las que trabajaban los empleados.

—Muy bien —me sonrió con malicia—. Como sabe, con todos los extranjeros que están llegando, tenemos a muchos de ellos trabajando aquí. Nos estamos ahorrando un dineral con ellos, ¡Y no se enteran de nada!

John al ver que no sonreía como él, vio que la había cagado.

—En media hora estaré en su oficina, y espero verlo ahí —escupí—. Ahora, iré por mi cuenta, muchas gracias.

John se despidió de mi, su rostro se encontraba muy pálido. Suspiré con enfado.

Caminé hacia el lugar que había sido habilitado para que los trabajadores almorzaran, esperaba encontrarlos a todos ahí ya que es la hora de la colación. Me adentré al lugar y barrí el lugar con la mirada, John tenía razón, un treinta por ciento eran extranjeros. Me acerqué a algunos empleados y haciéndome pasar por una de las nuevas trabajadoras les pregunté por como trabajaban, que hacían y cuanto ganaban. Luego de hablar con trece personas ya había tomado una decisión.

—Angelina —la llamé mirando la hora en mi celular—. Dile a John que está despedido, y el que se encarga de la seguridad también. Luego de eso busca gente capacitada que ocupe su lugar, si terminas antes puedes tomarte el día libre.

Vendido. (En pausa)Where stories live. Discover now