Vendido. (En pausa)

9. Siempre estaré contigo. II.

-¿Estas bien? -me preguntó Lana, su preocupación por mí se notaba en su rostro.

-Claro que lo estoy -escupí con fastidio mientras ponía el anillo de bodas en mi dedo-. Saltamos de aquí y terminemos con esto luego.

Acomodé mi largo abrigo y el tiempo que demoré haciendo esto, Lina lo usó para bajar del auto y abrirme la puerta. Al terminar, bajé del auto y comencé a caminar hacia la pista de carreras con un andar seguro e imponente, las gemelas no tardaron en seguirme como si fueran mis jodidas guardaespaldas. A medida que me acercaba a las personas, un fuerte olor a drogas y alcohol me impactó, mi cara de asco debió ser monumental. Lina se paró frente a mí y comenzó a apartar el gentío a empujones, mi presencia y lo dopados que se encontraban hicieron que no soltaran ni un reclamo y nos ahorráramos problemas.

Cuando llegamos al sector apartado para los líderes, el Diablo me recibió.

-Ángel, mi amor –mi esposo me sonrió, una sonrisa que podría haber dejado helado a cualquiera-. Haz tardado en llegar.

Tenía un evento –me acerqué a él hasta que solo unos escasos centímetros nos separaron.

El Diablo besó mi frente. –Ya que estamos, aprovecharé para contarte una de mis recientes maldades: le di una visita al hijo de puta que se cree con el derecho de querer tomar a mi ángel como suya.

-Fuiste tú –susurré a la vez que fruncía el ceño, la ira comenzó a hacer posesión de mi ser y unas ganas terribles de acriminarme en contra de él aparecieron-. Quedamos en que Sean estaba protegido, cariño, esta me la pagarás.

-Amenázame de nuevo, me calienta –soltó una carcajada y por primera vez hoy, lo miré directamente a los ojos, estos se encontraban rojizos y ligeramente cristalizados, indicando su estado.

-¡Ángel, hija mía! –Andrés interrumpió la conversación entre mi marido y yo. Al fin te veo, llevas mucho tiempo sin deleitarnos con tu presencia.

Le di una falsa sonrisa a mi suegro. –El trabajo me ha mantenido ocupada.

El viejo correspondió mi sonrisa y nos hizo una seña, indicándonos que debíamos tomar asiento. Lo hicimos y Andrés no tardó en comenzar la reunión.

-Seré directo, nos están dando caza desde unas semanas atrás. Han reunido a ex convictos, conocidos por su astucia a la hora de hacer sus trabajos, para que busquen y exterminen de raíz a las principales potencias mafiosas, nosotros entre ellas. Uno de nuestros infiltrados en el gobierno nos ha facilitado los datos de todos los que son participes de esta operación, los tenemos vigilados y lejos de nosotros.

-¿Estamos en real peligro? –preguntó uno de los viejos que nunca me interesé por conocer-. Por lo que parece tienes la situación más que controlada.

El Diablo se paró lentamente, puso su mano derecho en la mesa y la otra la dejó sobre mi hombro, ante la atenta mirada de los presentes comenzó a hablar con ese tono de voz tan suave y letal. –Estaría controlada si a nuestro informante no le hubiese escapado un pequeño dato, existe una persona más de las que conocemos, este ser no aparece en el sistema, no hay rastro de ella en ningún lugar.

-él es el encargado de nosotros –solté.

-Así es, nena, el sujeto podría estar relacionándose con los presentes, hundiéndonos desde adentro y nosotros no nos daríamos cuenta –soltó una carcajada que dejó confundido a más de uno-. Mi padre ya está cansado, necesita relajarse y este asunto no se lo permite. Ya saben lo que pasará.

Mi esposo tomó mi mano y me levantó, me posicione a su lado y le di una seria mirada a todos los presentes. Sin duda, cuando me casé con el chico malo mis planes no eran dirigir una mafia a su lado, mierda. Andrés también se levantó con una sonrisa de oreja a oreja.

-El día de hoy, le cedo el poder a mi hijo y su esposa, yo me iré por un tiempo a terminar unos asuntos pendientes por ahí. La reunión finalizará luego de estas palabras: espero y exijo que su fidelidad se mantenga con nosotros, ya saben, el costo por salir de esta familia es la muerte.

Poco a poco, todos fueron abandonando la sala, hasta que solo quedamos mi esposo y yo.

-Eres un hijo de puta. ¡Prometiste que Sean estaba a salvo de todo! Él no era parte de este juego.

-Lo siento, nena, pero no me iba aquedar sentado viendo como todos sacaban sus deducciones al ver que el niñito ese te lo proponía. ¡Todos aquí saben que estas casada conmigo! Yo he respetado este show, a pesar de que es falso, mientras tú te estas revolcando con más de tres tipos al mismo tiempo.

Me dio una suave empujón que logro que cayera en una silla.

-Sean Nichols, el niñito en el que te dejas caer cada vez que tu inestabilidad emocional hace acto de presencia; Cristóbal Aguilar, tu nuevo socio; los bailarines esos que visitas cada vez que tienes oportunidad, la última vez te emocionaste mucho con uno; Ethan, tu nueva adquisición; y al último estoy yo, el hombre que solo te intereso por el morbo que te causaba tener al chico malo –giró al rededor mío hasta que estuvo frente a mí de nuevo-. Ya me cansó tu jueguito.

-¿Y qué harás?

-Ya lo veras, nena.

Mi celular vibro al recibir una llamada, contesté sin apartar la vista de mi marido.

-¡Ether! ¿Vendrás o no? Mi hijo ya está por despertar.

-Voy en camino Arthur, espérame ahí.

El Diablo tomo su labio inferior entre sus dedos y lo estiró, al soltarlo me sonrió con picardía. –Vete, Sean te espera.

Narra Javiera.

-Que perra mi amiga –solté un seca carcajada, no sé por qué la decepción se hizo presente al escuchar todo eso. Veía a Ether como una buena chica, me parecía admirable incluso.

Observé como se marchaba a paso veloz entre las personas con las réplicas siguiendo sus apresurados pasos. Volví mi vista a mi nuevo objetivo, y una sonrisa de oreja a oreja se me escapó al verlo temblando ligeramente en busca de un encendedor para prender su puro, este chico es más inestabilidad que persona, este será un trabajo demasiado fácil.

Caminé hasta él con encendedor en mano, se lo dí y el tan llamado Diablo me dio una sonrisa de lado mientras lo recibía.

-Gracias, hermosa...

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Perdonenme por demorarme tanto, no tengo memoria en el cel para instalar wattpad, ahora actualizo desde el compu de mi abuela.

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Les agradezco permanecer aquí a pesar de lo irresponsable que soy, lxs quiero, dementes.