8. Trabajo. III.

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Termino de tomar mi desayuno y miro la hora en mi celular, ya debería irme al trabajo. Comienzo a mover mi pierna con algo de nerviosismo debido a que Javi y Ethan aún no aparecen.

Pasan unos cuantos minutos y comienzo a escuchar los pesados pasos del chico venir hasta aquí.

—¡Este flojo culiao no se quería levantar! —gritó Javi entrando al comedor. Su ceño se encontraba ligeramente fruncido y miraba con molestia a Ethan.

—Casi no dormí —murmuró el chico en su defensa, manteniendo su cabeza agachada.

Eso es imposible. Cuando yo fui a su habitación ya estaba durmiendo, a menos que... ¡Mierda!

—Nos vamos —digo mientras me levanto bruscamente de la silla, comienzo a caminar hacia la salida con dos pares de ojos observandome fijamente.

Al llegar afuera, mi chofer me abre la puerta del copiloto y a los pocos segundos Ethan se sienta en los asientos de los pasajeros. Todo el camino fui con mi vista fija en la ventana, aunque no miraba el paisaje.

Cómo mi chofer me había solicitado tener el resto del día libre para atender sus asuntos le dije que nos dejara frente a la empresa para que se pudiera ir cuanto antes. Cuando llegamos Ethan caminó rápidamente para posicionarse a mi lado. Nuestras miradas recorrieron el gran edificio.

—Esto es genial —soltó admirandolo.

Sonreí con egocentrismo. —Es mejor por dentro.

Lo tomé de la muñeca y lo tiré hasta adentro ya que solo no iba a poder caminar. Una vez dentro lo dejé que recorriera el lugar, a ésta hora hay muy pocas personas.

Como si Angelina hubiese sentido mi presencia, bajó en el ascensor para venir a darme mi café de todas las mañanas. Le agradecí como nunca y ella me miró con confusión.

—¿A qué hora llegas? —le pregunté.

Ella respondió, pero no la logré escuchar gracias a que una pequeña escultura de vidrio hizo un fuerte ruido al caer al suelo. Me giré para ver quién lo había hecho y mis ojos se toparon con Ethan. Solté una gran carcajada al ver su rostro completamente rojo intentando armar la escultura.

La chica que siempre se encuentra tras el mostrador corrió hasta mi chico y comenzó a gritarle.

—¡Mira lo que hiciste! ¡Esa escultura costaba más de lo que tú ganarías en un año de trabajo! —se arrodilló frente al desastre y le dió un empujón a Ethan para apartarlo—. Mi jefa me matará...

—Hasta donde sé no soy una asesina —solté llegando hasta ellos, Angelina detrás de mí—. Dile a Ignacio que se encargue de esto y tú vuelve a tu trabajo.

La chica asintió, su rostro se encontraba pálido. Me dió una mirada de disculpa y luego se marchó a su lugar.

—Lo siento.

Me encogí de hombros, restándole importancia. —La chica exageraba, no cuesta un año de trabajo.

Vale más.

Le hice una seña para que me siguiera y así lo hizo. Tomamos el ascensor hasta el último piso. Al llegar fuimos a mi oficina y allí Angelina me comenzó a decir mis tareas de hoy. Gran parte de ellas las había hecho ayer en la noche, por lo que terminaré antes del medio día mi trabajo. Mi secretaria me recordó que para hoy tengo un evento social, en el que celebran el aniversario de un centro de rehabilitación. Eso empieza a las tres de la tarde.

—¿Eso es todo? —pregubté.

—Si, señorita.

Asentí, caminando hasta mi escritorio. Recordé que Ethan no había tomado desayuno. —Angelina, espera, ¿Podrías traerle algo para comer?

Vendido. (En pausa)Where stories live. Discover now