CAPÍTULO 3

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Tiempo presente.

Nick se desperezó en la cama

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Nick se desperezó en la cama. Giró el rostro hacia su izquierda, consciente de que no estaba solo y esbozó una sonrisa felina, saciada. Arminda era una amiga con la que disfrutaba del sexo sin ataduras. Cuando uno de los dos quería sexo, la llamada no era necesaria. Se enviaban un mensaje de texto con el nombre y suite del hotel. Si la contraparte podía solo respondía con un "Ok". Caso contrario, las palabras eran "Otra ocasión". Habían desarrollado ese patrón desde hacía ya más de un año, y Nick lo usaba convenientemente con otras amantes.

La relación de ambos, o más bien "acuerdo", existía en la medida en que estuviesen solteros. No eran exclusivos, así que podían acostarse con otras personas. Arminda era aventurera bajo las sábanas, Nick reconocía, además sabía hacer una felación en toda regla hasta dejarlo exhausto. Nada le parecía a él más erótico que una mujer que supiera cómo domar su miembro con la boca.

Arminda Brashaw poseía una gracia innata que no solo la otorgaba la naturaleza, sino también una vida sin preocupaciones y una educación esmerada con los círculos sociales adecuados. No en vano era la heredera de una famosa disquera con sede en Los Ángeles, Estados Unidos, aunque solía pasar largas temporadas en Londres. Nick la había conocido en una fiesta tres años atrás, pero sus caminos no se cruzaron en un plano más íntimo hasta hacía un año y poco más.

Nick había pasado un par de días estresantes, después del infarto de su tío Albert, y luego del encuentro con la embaucadora de Zoey Reynolds. Había surgido en él la imperiosa necesidad de desfogar su frustración y rabia a través de algo distinto a las máquinas del gimnasio. El sexo siempre conseguía aligerar sus preocupaciones y aclarar su cabeza, así que por eso había despertado junto a Arminda esa mañana.

—¿Te vas tan pronto? —preguntó ella, con su voz somnolienta, sin girarse. Quizá la sensibilidad de poder saber cuándo el otro se incomodaba o abandonaba la idea de continuar juntos tenía que ver con el lenguaje que desarrollaban los amantes. Conocían sus movimientos. Aromas. Sonidos. No había necesidad de preguntas incómodas cuando los sentimientos no estaban involucrados—. Pensé que al ser viernes podríamos repetir antes de irnos a la oficina.

—Para hacer dinero no hay tiempo que sobre —dijo con una sonrisa, mientras ella seguía dándole la espalda, desnuda, bajo las sábanas.

Nick se incorporó, no sin antes dar un mordisco al hombro desnudo de Arminda y fue a darse una ducha. Diez minutos después, ya estaba perfectamente vestido y listo para ir a su despacho.

Cuando apareció en el marco de la puerta del cuarto de baño, Arminda estaba sentada con la sábana alrededor de la cintura y los pechos, de oscuros pezones, desnudos. Era una belleza de cabellera negra y lacia. Muy cómoda en su propia piel. La falta de vulnerabilidad era lo que hacía que Nick la apreciara mucho más como amante, porque no se sentía ofendida si él tenía que irse después de penetrarla sin demasiadas ceremonias o si dejaban de hablarse por largas semanas hasta que uno de los dos coincidiera en un hotel.

Votos de traición (COMPLETA)Where stories live. Discover now