CAPÍTULO 15

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La cena en Versalles había sido preciosa, aunque los personajes de alto perfil que ella esperaba no se hicieron presentes. Cada tanto sentía las caricias de Nick en la espalda, un roce suave en el cuello, un comentario dicho al oído, y la mayor osadía cuando se tardó cinco minutos en alcanzar al grupo para escabullirse con tal de robarle un beso que sabía a gloria. Más que un beso...

A ratos lo había encontrado observándola con curiosidad, como si intentase entender el frágil puente que les había permitido cruzar hacia una orilla con una perspectiva diferente y sin frases hirientes. En otros ratos, la mirada de Nick parecía estar en algún punto diferente de Francia.

En el hotel, horas después del evento, su cuerpo era un amasijo de sensaciones a punto de hacer ebullición. La idea de mantenerse alejada de él resultaba cada vez menos atractiva, y recordar que le había pedido tiempo para tomar una decisión para estar con él, ahora le parecía una gran equivocación.

No le importaban en realidad las condiciones que tuviera su asustadizo corazón para hacerse a la idea de que él nunca podría amarla, antes de aceptar la propuesta de Nick. Tampoco le importaba si era por un lapso corto o extenso el que podría pasar a su lado. Al menos no pasaría su vida preguntándose los "cómo" y "por qué". Una vez que todo llegara a su fin, porque era evidente que Nick encontraría otra mujer que atrapase su interés cuando la situación entre ellos lo aburriese, entonces Zoey estaba segura de que guardaría al menos los recuerdos de sus besos, sus caricias y la forma en que la tocaba hasta hacerla alcanzar la cumbre del éxtasis.

—¿Lo pasaste bien? —preguntó ella.

Zoey no tenía por costumbre ser rencorosa. Jamás había probado la idea de vengarse de otra persona, a pesar de que —ciertamente— tuvo muchas provocaciones para caer en la tentación. Era consciente de que alguien diferente a ella, bajo la manera en que se estaba dibujando el panorama, ya hubiera estado urdiendo la manera de lastimar a Nick ahora que él estaba por completo descuidado.

—Sí... —cerró la puerta de la suite una vez que estuvo en el interior con Zoey —, ¿tú? —preguntó quitándose la bufanda.

—No lo sé.

Él se acercó y la agarró de los hombros, acariciándolos sobre la chaqueta.

—¿Qué ocurre?

—Tengo miedo, Nick —dijo con sinceridad.

—¿De mí? Pensé que me habías disculpado, Zoey —dijo apartándose—. Si no ha sido así...

Ella le tomó las manos con firmeza y él esperó.

—No has hecho una campaña precisamente para darme confianza, y mis disculpas fueron sinceras. Decir algo por salvar el momento o complacer a la contraparte no está dentro de mí.

Él asintió. Durante el camino de regresó había recibido un mensaje desde Londres. Una de sus rutas comerciales estaba detenida por una nueva normativa en la inspección de barcos que el Gobierno de España acababa de aprobar. Tenía que volar de inmediato a Barcelona. Ya había avisado a su asistente personal en Londres para que organizara su vuelo esa misma noche. Maldita sea su suerte.

—Me gustaría cambiar el pasado, pero no puedo, Zoey.

—Lo sé...—murmuró acercándose para abrazarlo con fuerza de la cintura, y Nick le acarició los cabellos suaves, sumergiéndose en el cálido aroma.

Odiaba que sus negocios nuevamente se interpusieran en su agenda personal. Tenía una pulsante erección, las ganas de zambullirse en los preciosos ojos que parecían invitarlo a perderse en sus profundidades sensuales, y carecía de tiempo. No podía tomar a Zoey como lo hizo en su ático de Londres. La siguiente ocasión en que ella estuviera en la cama con él, Nick pensaba tomarse todo el tiempo para explorarla a conciencia hasta que le rogara que acabase la tortura y la poseyera. Hasta que el único nombre que recordase para siempre fuese el de él.

Votos de traición (COMPLETA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora