CAPÍTULO 14

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***Anticipo el capítulo del domingo


Zoey se escabulló temprano de la habitación. Para su sorpresa había dormido sin problemas. El cansancio mental y físico lograron vencerla, pero eso no la hizo menos consciente de que Nick estaba a poca distancia durmiendo. En un instante de debilidad, uno de los tantos con él, antes de salir de la suite, se acercó hasta el sofá en el que Nick estaba acomodado.

Las largas pestañas creaban una sombra densa, y el cabello corto estaba despeinado sobre la almohada que el personal del hotel había llevado. No debería sorprenderla que durmiera en ropa interior. O al menos es lo que ella quería pensar al ver el dorso desnudo apenas cubierto por la manta térmica. Parecía tan pacífico en ese estado de sueño que contrastaba por completo con el hombre lleno de energía que parecía arrasar todo a su paso. Nick tenía el sueño profundo, porque no se movió ni un poco mientras ella trasteaba alrededor antes de subir al piso en el que estaba el gimnasio del hotel.

Con vista hacia la preciosa ciudad, el gimnasio tenía todas las máquinas para un huésped de lujo al que le gustara mantenerse en forma con equipos de alta calidad sin importar el punto geográfico en el que se encontrase. No es que ella fuese fanática del ejercicio, pero era la única forma en que podía sudar el estrés.

No estaba sola. En el gimnasio estaba una pareja haciendo pesas. Otra chica parecía llena de energía sobre la bicicleta elíptica. Y junto a la caminadora de ella estaba un hombre que tenía el físico de un atleta. De hecho, se le hacía conocido.

Zoey continuó trotando sobre la caminadora y cambió la lista de canciones. Se perdió en el ritmo y poco a poco sus músculos fueron relajándose. Cuarenta minutos después empezó a ralentizar la marcha.

—¿Entrenando para la maratón de mañana? —preguntó el hombre que estaba a su lado. También había disminuido la velocidad sobre la cinta.

Ella lo miró. Se secó el sudor con una toalla.

—Me pagarían para que no lo hiciera —dijo riéndose. De pronto se sentía más ligera. Y con la mente más clara lo reconoció. Estaba teniendo un vergonzoso momento fan-girl—. ¡Cesare Ferlazzo! Oh, por Dios —dijo con voz chillona—. Eres mi jugador de tenis preferido.

El atractivo tenista de ascendencia italiana se rio.

—Gracias —replicó con amabilidad, tan acostumbrado quizá a que la gente pudiera reconocerlo o dirigirse a él en relación a su carrera profesional—. Han cerrado el hotel para las personas que estarán en la maratón de la fundación para niños con enfermedades terminales. Por eso pensé que tú ibas a correr también —sonrió apagando la máquina por completo y bajándose.

Ella se quedó sin aire. El tipo era guapísimo. De esos que uno quería encontrarse en el paraíso después de morirse. Si es que existía el paraíso. ¿Por qué estaba haciendo esa clase de comparaciones?, pensó. Imaginaba que a toda fan podía sucederle algo así, aunque quizá no tan vergonzoso, como lo que a ella. ¡Y había estado cuarenta minutos a su lado y recién se daba cuenta! Iba a morirse.

—Y... yo... Mira, qué pena, sé que debes tener tu tiempo... —se sonrojó. «Ahora resulta que tampoco puedes hablar», se dijo—. ¿Te haces una selfieconmigo?

Cesare asintió.

—Claro que sí.

Una vez que ella tuvo la fotografía, él se apartó.

—Ha sido un gusto...

—Me llamo Zoey Reynolds.

Él asintió.

Votos de traición (COMPLETA)Nơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ