CAPÍTULO 9

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***CHICAS RECOMIENDEN LA HISTORIA, y vótenla. ¡Besitos! ***

NICK.

Años atrás.

Pasaron muchos meses, después del incidente del restaurante Ocean, antes de que él pudiera mirar a sus tíos sin sentir pesar por la actitud de Camille. Incluso sus propios padres se negaban a entender cómo él, con un juicio tan pragmático, hubiera elegido por esposa a una mujer tan volátil de carácter.

Lo cierto era que la vida de casado con Camille no mejoró.

Después de varias peleas monumentales, reclamos, y sexo desenfrenado, salvaje, pero carente de emociones, su matrimonio empezó a resquebrajarse. Pasaban cada vez menos tiempo juntos, y Nick podía calificar su matrimonio como lo que siempre pensó que era: una relación comercial con sentimientos de por medio. No los de él al menos, pero sí los de Camille, y era precisamente esto último lo que ella le reclamaba.

—¿Por qué te casaste conmigo si no eras capaz de amarme? —le había reclamado un día mientras le lanzaba todo lo que encontraba en la sala de la casa.

—Camille, te prometí respetarte, y eso he hecho. Contrario a lo que tú...

Ella había roto a llorar, y Nick no soportaba ese tipo de berrinches. Había salido de la casa dando un portazo y volvió entrada la madrugada, borracho como una cuba. A la mañana siguiente, él intentó congraciarse con Camille, porque Nick detestaba fallar en los negocios, menos en su vida personal.

—¿La amas a ella, verdad? —le había preguntado a la mañana siguiente mientras desayunaban. Camille era una mujer preciosa, y cualquier vestimenta lucía exótica, aunque fuese una baratija, tan solo porque la llevaba ella.

—No sé de qué me hablas.

—¡Zoey! —había gritado lanzando los platos al piso—. ¡Estás loco por meterte entre las bragas de esa arribista!

—Camille...—había replicado con poca paciencia, pero ella continuó.

—Me usaste para intentar dejar de lado el remordimiento. ¿Por qué es tu "primita", verdad? ¿A qué le tienes tanto temor? ¿A que ella sea capaz de absorber por completo tu atención hasta el punto de no dejarte pensar a derechas? —le había preguntado con un tono dolido.

Él había hecho una negación y la agarró de los brazos con firme suavidad.

—No tenemos lazos de sangre. Lo sabes.

—Vete a la mierda, Nick —había dicho antes de darle una bofetada.

Él intentó pasar por alto el episodio. No negó ni aceptó la acusación. ¿La bofetada? Se la merecía, aunque también fue un llamado de atención para entender que tres años de matrimonio solo habían conseguido amargarlo.

Saber que otros hombres tocaban lo que sentía que le pertenecía, había corroído sus pensamientos cada día, sin embargo, mantenerse alejado de Zoey fue lo mejor. No atendió la graduación de ella en la universidad, menos lo hizo Camille. Durante las reuniones de Navidad, él se aseguraba de pasar el menor tiempo posible, y su esposa no había vuelto a pisar la casa de sus padres ni sus tíos. Pero él había sido testigo de varios novios de Zoey. Y a todos y cada uno de ellos, los encontraba sosos.

Su vida era una mierda.

Los negocios no estaban yendo bien. Sus clientes más importantes lo llamaban para cancelar grandes traslados de mercadería valorados en cientos de millones de libras esterlinas, y también euros, en rutas comerciales con altos movimientos. Nick no lograba comprenderlo, porque su modo de operar era impecable y su trato con los clientes de primera.

Votos de traición (COMPLETA)Where stories live. Discover now