CAPÍTULO 20

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El cielo amaneció nublado, como era habitual, en el territorio inglés. Los alrededores de la preciosa iglesia de St. Clement Danes estaban resguardados por un equipo de seguridad debido a los ciento cincuenta invitados que habían sido convocados a presenciar el matrimonio entre Zoey Reynolds y Nick Wolfe.

Solo hacía falta la flamante novia a esa hora, las cinco de la tarde; la hora del ocaso. No había rayos de sol en el horizonte, aunque no existía pronóstico de lluvia, el día seguía plagado de densas nubes grises. ¿Romántico o no? Cada cual era libre de juzgar según la percepción personal.

El anuncio de la ceremonia Wolfe hizo mella en los más exclusivos círculos sociales en lo que se movía la privilegiada familia, en especial los de Nick. Considerado uno de los solteros más codiciados, el hecho de estar a punto de casarse con la hija adoptiva de sus tíos había convertido el evento en un acontecimiento que, aunque se planeó que fuese discreto, diese muchos titulares sobre la pareja, pues uno de los empleados —imposible saber exactamente quién— contratado para trabajar en el evento había dado el chivatazo a la prensa.

Zoey era una mujer de perfil bajo. Sí, tenía amigos con excelentes vínculos en las más altas esferas, pero no era de las que salía en revistas o periódicos. Y las ocasiones en que ella y Nick salían a cenar o a algún sitio, ambos procuraban evadir lugares que tuviesen mucha concurrencia. Pasaban desapercibidos. Pero con el anuncio matrimonial que había hecho Nick, como era tradicional hacerlo en The Times, pronto las fotografías de Zoey estuvieron en la sección de sociedad de diversos medios impresos y en internet. Ella detestaba esa atención, y esperaba que pronto alguna socialité le quitara el protagonismo.

Incluso, Camille —siempre tan ávida de atención— se atrevió a rehusar comentar a un periodista del Daily Mail cuando este la persiguió fuera del gimnasio, hasta lograr detener el rápido andar de la imponente mujer, y le preguntó sobre su opinión sobre la relación de Nick y Zoey. La exesposa de Nick sabía que bastaba solo una palabra del heredero, que casi la destruye económicamente para darle una lección, y Camille sabía que no volvería a levantar cabeza en sus negocios.

La ex de Nick no tenía ni un pelo de estúpida y prefería mantener la distancia. Su única certeza, amarga, era que durante su matrimonio siempre hubo una tercera persona que jamás escapaba de la mente de Nick. Solo por eso odiaba a Zoey Reynolds con cada fibra de su ser; la culpaba de su divorcio.

A juicio de Camille, aquella mujer no valía la pena lo suficiente como arriesgar su futuro económico a manos de la venganza que podría fraguar Nick si llegaba a leer, en cualquier medio y por más pequeño que fuese, que su exesposa había emitido comentarios sobre el enlace nupcial.

A juicio de Camille, aquella mujer no valía la pena lo suficiente como arriesgar su futuro económico a manos de la venganza que podría fraguar Nick si llegaba a leer, en cualquier medio y por más pequeño que fuese, que su exesposa había emitido co...

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Los murmullos de los asistentes condimentaban con el toque mundano la suntuosa iglesia. Todos vestidos con costosísimos trajes, no solo dispuestos a celebrar el enlace, sino también a intentar formar parte de lo que sería sin duda uno de los acontecimientos sociales del año.

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