CAPÍTULO 17

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Las manos de Nick la recorrieron por entero, acariciándola con fuego en sus dedos, quemando cada parte que tocaba. No paró de besarla, ni Zoey deseaba que se detuviese, porque disfrutaba cómo se sentía la espalda musculada de Nick bajo el tacto de sus suaves manos femeninas. Enarcó las caderas para tratar de sentirlo más cerca, si acaso era posible, y después rodeó con las piernas las caderas de Nick. Se frotó contra la dura erección y sintió el clímax demasiado cerca.

Estaba húmeda y todo su cuerpo estaba en sintonía con el de Nick. Dos largas semanas sin besarlo, tocarlo y sin sentir la forma en que la gruesa erección se abría paso entre sus pliegues más íntimos había sido agonizante. Ahora que por fin lo tenía con ella, la falta que le hacía era todavía más notoria.

Cuando volviese a ver la luz del día, le iba a tener que agradecer al chofer de Nick por haberle facilitado la llave de emergencia que tenía del ático. Caso contrario, ella no hubiera podido escabullirse en la elegante y costosa residencia de uno de los tipos más sexy de Gran Bretaña. Su amante. Y qué deliciosas imágenes podía conjurar ahora cada que pensaba en él. Sonrió como lo haría alguien conocedor de su poder sensual y el placer que estaba recibiendo, y todo el placer que quedaba por experimentar el resto de la velada.

—¿Te has probado todo lo que te envíe? —preguntó suavizando el beso y mordisqueándole el labio inferior.

La pelvis masculina hacía círculos sobre la suave vulva de Zoey cubierta por la finísima tela. Él podía sentirla lista para recibirlo, pero pretendía torturarla un poco; tanto o más como ella lo había hecho a la distancia. Quería probarla, saciarse de ese sabor tan único.

—Tal vez —susurró sonriendo.

—Mmm, ¿qué tenemos aquí? —Fijó la atención en los pezones de Zoey. Estaban erectos y parecían pedir a gritos su boca, su lengua, y su aliento para mantenerlos a un erótico ritmo que podía sin dudas llevar a su dueña al clímax—. Te gustaría que los probara, ¿verdad?

—Sabes que sí.

—Pídemelo —ordenó rodeándole un pecho con su mano y tocando el montículo de exquisita piel blanca, avariciosamente.

Ella se acomodó de tal manera que estiró la mano para tocar el bulto que el bóxer escondía de su mirada, su boca y su sexo. Nick gruñó y le apartó la mano.

—Nick...

—Pídemelo —insistió.

Ella se sonrojó.

—Nick, lame y succiona mis pechos, ahora —dijo la última palabra con temblor en la voz, porque él tomó la carísima prenda del cuello y la desgarró por completo. Zoey se movió hasta que él lanzó la prenda hacia un lado, dejándola totalmente desnuda y expuesta. Los pezones casi le dolían de la necesidad de sentir sus caricias.

—Un placer, cariño —murmuró haciéndole un guiño con esos pícaros ojos azules, y se inclinó hacia el pecho derecho para lamer el suave pezón.

Cada movimiento de su lengua, que bajaba lentamente por el cuello, iba dejando un reguero de fuego a su paso. Su mirada no abandonó la de Zoey mientras la incitaba a perder el control. Ella le acarició el torso desnudo, le clavó las uñas, como si tratara de apropiarse de esas magníficas abdominales, de la piel caliente, y así retener para siempre las sensaciones que la envolvían como un manto electrizante, devastador y, por supuesto, impregnado de una posesión sensual de la que ella no quería librarse.

—Bésame... —susurró, y lo sintió sonreír contra su cuello.

—Paciencia.

—Se agotó —protestó, elevando las caderas y logrando que él gruñera. Un pequeño y nimio triunfo.

Votos de traición (COMPLETA)Where stories live. Discover now