29. Recuerdos

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Hamdan pasó gran parte de la noche dando vueltas y deteniéndose a sí mismo de llamar a Sarah. Salir de la cama fue difícil al día siguiente y se arrastró hacia el vestidor para ponerse ropa deportiva antes de ir a NAS. Saeed lo acompañó en silencio en el asiento del pasajero.

Era un día soleado con claros cielos azules, unas pocas nubes esponjosas y pájaros cantaban desde las palmeras, pero todo parecía estar cubierto por un velo de tristeza que le quitaba la alegría y la vida a todo.

Fue directo hacia la segunda planta de su gimnasio y empezó a trotar en la caminadora. La pared de cristal frente a él le permitía ver el campo de fútbol y no pudo dejar de revivir en su mente cómo Sarah se rió de su fallido tiro de penal.

"¡No es mi culpa que apestes!"

Una sonrisa lastimosa se le dibujó en el rostro, una de las mejores noches de su vida se había convertido en un doloroso recuerdo. Aumentó la velocidad en la caminadora para hacer su trote más rápido, como si eso le ayudara a escapar. Cerró los ojos brevemente y recordó como la calmante brisa del océano trajo el olor del perfume de Sarah hacia él mientras las sostenía en sus brazos.

"Quédate conmigo."

Trató de pensar en algo más. Trabajo. La agenda para los próximos días, eventos, bodas a las que asistir. Tal vez podría planear algo con sus amigos para el fin de semana. Viendo hacia el cielo de la mañana, Hamdan deseó ser un halcón, planeando entre las nubes, volando lejos y dejando todo atrás.

El hermoso rostro de Sarah apareció de nuevo en sus pensamientos.

"¿Dónde estoy? Aquí. ¿Con quién? Contigo. Arriesgando todo lo que tengo y más porque eso es lo mucho que significas para mi."

Incrementando la velocidad, Hamdan comenzó a correr. Gotas de sudor empezaron a formarse en su frente mientras evocaba la primera vez que hicieron el amor. Destellos del cuerpo de Sarah remolineaban en su memoria, haciendo que su corazón palpitara fuerte contra el pecho.

"Nunca he sido más feliz, Hamdan."

Cada pisada golpeteaba la cinta de la caminadora conforme Hamdan aceleró su paso hasta un sprint. Sus brazos oscilaban vigorosamente mientras se repetía a sí mismo que tenía que dejarla ir, pero su mente y su corazón jalaban en direcciones opuestas, desgarrándolo por la mitad.

"Nos quiero a nosotros y nada más."

Sudor rodaba por su cara al momento que sentía que sus pulmones iban a estallar. Presionó de botón de parar de un manotazo y se tomó de los soportes antes de que las piernas se le rindieran. Su garganta rasposa jadeaba por aire.

No había escapatoria. Los recuerdos de ella nunca lo dejarían, aún más, los atesoraría como su posesión más valiosa. Eran lo único que le quedaba.

Hamdan comenzó a dudar de su fuerza de voluntad. ¿Podría dejarla ir realmente? Si lo hacía, definitivamente sería lo más difícil que hubiera hecho en su vida y no estaba seguro de ser capaz de lograrlo.

Al llegar a una de las granjas de la familia en el desierto, Hamdan puso buena cara para almorzar su padre, hermanos y amigos. Nadie notaría cómo se sentía realmente, tenía años de práctica mostrándole a los demás lo que querían ver. Nada más, nada menos. Después de saludar a todos, Hamdan se acercó al Jeque Mohammed.

"¿Podemos hablar?" Le susurró en el oído.

Su padre lo miró por sobre sus anteojos y asintió. Perezosamente, caminaron lejos del grupo de hombres que estaban reunidos alrededor de las grandes ollas de comida sobre el fuego.

Promise This (Versión Español)Where stories live. Discover now