Capítulo 9: En el taxi.

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— Pues nada, no contesta... espero que esté bien.

Burbuja guarda su móvil tras intentar contactar con su hermana Bombón. Una de sus amigas, Bunny, ya le ha confirmado que la pelirroja no ha llegado al restaurante pero que hace un rato ha hablado con ella. Es posible que tenga el teléfono en el bolso y no lo oiga.

El granizo ha dado tregua a la ciudad de Townsville, al igual que la lluvia, que continúa cayendo pero con mucha menos intensidad.
El tráfico poco a poco regresa a su ritmo normal después de que la policía se va del lugar donde antes había habido un accidente; por suerte, sin heridos.

Boomer tiene la mirada puesta en la carretera, pero escucha la anécdota que le está contando Burbuja de cómo se le rompió uno de los tacones en una pasarela una semana atrás. Ambos se ríen.
De todas las "amistades" que ha entablado el rubio con los pasajeros desde que trabaja como taxista, ella es la más especial. La que más conversación le ha dado, la que más simpática ha sido, en resumidas cuentas, la persona con la que más ha congeniado en los últimos tiempos. Por esa razón no puede evitar sentir un poco de pena cuando ya llegan a la calle de la chica.

— Es allí, la casa de color blanco con las tres ventanas redondas.

Boomer para el taxi delante de la casa y se dispone a calcular el precio del viaje, pero Burbuja lo interrumpe.

— Espera, luego tengo que ir a un restaurante. Si no es mucha molestia y no te importa esperar, podrías llevarme hasta ahí. Solo entraré a dejar mis cosas y cambiarme, será un momentito.

— Claro, aquí estaré — responde con una sonrisa. Ya no por el dinero, sino por estar un rato más con ella.

El momentito que Burbuja dijo que tardaría se convierte en veinte minutos largos que el ojiazul aprovecha para dar unos retoques al retrato que le ha hecho. Debe admitir que le ha salido bastante bien y cree que le gustará. Está acabando de sombrearlo cuando la chica sale de la casa y regresa al coche corriendo para no mojarse.

Boomer se queda boquiabierto. Ha cambiado el vestido de antes por uno un poco más elegante de color azul oscuro y unos tacones del mismo color. El pelo ahora lo lleva suelto y se ha pintado los labios de rojo. Cuando entra en el coche, al verla de cerca también nota que lleva sombra de ojos azul.

— ¿He tardado mucho?

— Para nada, casi no me he dado cuenta de que te habías ido. Bueno, ¿adónde te llevo ahora?

— Al restaurante "Cisne", avenida de Ellevire.

— Vamos allá.

El rubio arranca mientras Burbuja vuelve a marcar el número de Bombón, esta vez salta el buzón de voz directamente:"Hola, soy Bombón. En este momento no puedo atenderte, pero puedes dejar tu mensaje" Piiib.

— Hola Bombón, solo quería decirte que he tenido un contratiempo pero ya voy de camino al restaurante. Llámame cuando oigas esto, ¿vale? Un besito.

— No te preocupes, seguro que está bien — le dice Boomer para tranquilizarla.

— Eso espero yo también.

El coche pasa por varias calles antes de detenerse de nuevo. Burbuja, que tenía la mirada fija en el teléfono, alza la vista al oír que Boomer resopla. Ante ellos hay otra larga fila de coches.

— Tal vez solo sea algún semáforo en rojo — murmura mientras intenta ver el principio de la cola de vehículos.

— A este paso no voy a llegar ni mañana.

— Podrías ir andando, solo esta a quince minutos a pie de aquí — propone él al ver su cara de frustración.

— Ah no. Quince minutos en la lluvia con estos tacones, y con los charcos que hay... misión imposible.

Los vehículos de delante avanzan varios metros para volver a detenerse. Los dos rubios vislumbran el semáforo causante del pequeño atasco, la luz verde para los peatones dura demasiado rato en comparación con la de los coches.

— Deberían arreglar eso, hay otro semáforo igual al lado de la estación de tren — informa el ojiazul.

— La gente solo se acuerda de la importancia de los semáforos en este tipo de situaciones — responde ella. — No creo que lo arreglen.

Boomer vuelve a poner la radio con el consentimiento de la pasajera y sube un poco el volumen.

"Volvemos con más canciones del ayer, ¿qué me dices, Jey?¿Te apetece ponerte nostálgico?

Ya sabes lo que opino de la nostalgia, mientras tenga un aire romántico, no seré yo quien diga que no...

Pues estás de suerte, vamos con una canción romántica".

Burbuja está concentrada en su teléfono leyendo mensajes y él tampoco está demasiado pendiente de la radio, aunque escucha a los presentadores. Están a pocos coches de pasar el semáforo que los está retrasando y se prepara para pisar el acelerador cuando se ponga verde.

Apenas ha reparado en la canción que está sonando hasta que empieza el estribillo.

You're beautiful, it's true.
I saw your face in a crowded place
And I don't know what to do
'Cause I'll never be with you...

Mira hacia Burbuja y traga saliva al sentirse identificado, de alguna manera, con esa canción.

And I don't think that I'll see her again
But we shared a moment, that will last till the end...

— No creo que la vuelva a ver... pero hemos compartido un momento — repite en voz baja para sí mismo.

— Perdona, ¿decías algo?

— Nada nada, estaba tarareando la canción — responde nervioso.

— Oh sí, esta es muy bonita. A mí siempre me ha gustado. You're beautiful, it's true... — canturrea.

Now I don't know what to do, 'cause I'll never be with you... — continua él.

— Boomer, dibujas de maravilla pero cantar no es lo tuyo — le dice entre risas y él se sonroja. A todas luces, la chica no ha captado el mensaje.

Consiguen pasar el semáforo en verde y a partir de ahí el trayecto transcurre con más fluidez. Antes de que se den cuenta, el nombre del restaurante aparece en letras de neón frente a ellos. Burbuja saca su monedero del bolso y se prepara para pagar. El taxímetro marca la cantidad de 137,50; ella saca 150 y le dice que se quede el cambio.

En vista de que la joven está a punto de salir, Boomer echa un vistazo al asiento de atrás donde tiene el cuaderno de dibujo y lo usa como excusa para retenerla un instante más.

— Burbuja... se te olvida el retrato. ¿Quieres verlo antes de irte?

— No lo he olvidado, solo pensaba que... tal vez podrías dármelo en otra ocasión — le contesta y a pesar de que la luz empieza a escasear, el ojiazul ve un leve rubor en las mejillas de ella. — Así tendrás tiempo para terminarlo, lo digo por eso...

— ¡Cuenta con ello!

La chica revuelve en su bolso y saca una pequeña agenda y un bolígrafo, arranca una hoja y apunta algo en ella.

— Este es mi número, llámame cuando lo tengas listo — le ofrece el papelito con una sonrisa y él lo coge conteniendo la emoción. Al menos sabe que volverá a verla.

— Que lo pases bien, ha sido un placer conocerte.

— Lo mismo digo, eres el taxista más majo del mundo. ¡Hasta pronto!

El rubio se despide con la mano, pero ella ya no le mira, se aleja corriendo hasta la entrada del restaurante para no mojarse demasiado. Boomer dirige su mirada al papel que le ha dejado y sonríe otra vez antes de guardárselo en el bolsillo.

¡Atrapados! (Ppg y Rrb)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora