Capítulo 23: Libre.

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5 meses después...

Narra Butch.

El día por fin ha llegado, el calendario mugriento que cuelga de la pared de la celda me lo recuerda.
Pronto me llamarán así que me apresuro en cambiarme el uniforme de preso por la ropa con la que llegué aquí. El pantalón me va bien, pero la camiseta me va un poco pequeña porque he hecho músculos en este tiempo. La comida de este sitio es una mierda, pero tienen un gimnasio que no tiene nada que envidiarle a los de los deportistas famosos. Mis respetos por ello.

Mis compañeros de celda no dejan de lanzarme miradas; dos de ellos me miran con cierta envidia, el tercero, del que me hice amigo desde el principio, me observa con nostalgia. Me ha dicho como diez veces que me echará de menos. Yo en el fondo creo que también, es un buen tipo a diferencia de los otros individuos que habitan en este lugar como almas en pena.
El reloj del pasillo marca las diez cuando un guardia se acerca revisando una carpeta y, tras cerrarla, abre nuestra celda y dice mi nombre. "Butch Him, ya puedes salir" esas palabras son música para mis oídos. Al fin puedo abandonar este lugar.

Poco después del juicio, Ace y los demás fueron trasladados a una prisión de máxima seguridad en otro estado. Todos se llevaron una sorpresa, yo incluido, cuando se supo que el verdadero nombre de Ace era en realidad Jeisson McBerry, buscado en más de cinco estados por delitos de estafa, usurpación de identidad y tráfico de sustancias ilegales entre otras cosas. No estuve allí para oírlo, pero dicen que les cayeron más de cincuenta años de cárcel. Pero ya no quiero pensar más en esos desgraciados, es hora de pasar página.

Antes de salir de la celda, mi compañero y amigo Clark me da un abrazo.

— Te echaré de menos, tío — me dice por enésima vez.

— Yo también amigo. Cuídate — respondo antes de irme.

Sigo al guardia por los pasillos que tan bien conozco y finalmente llegamos a las puertas de salida. Detrás de una de las ventanillas que hay en la sala de espera en la entrada, veo cómo un funcionario pone sellos en unos papeles. El guardia que me acompaña se acerca a él, los recoge y me los trae. Las formalidades de siempre, uno acredita que ya he cumplido la pena y el otro son las instrucciones de las tareas de servicio a la comunidad que me toca hacer durante algún tiempo.

— Ya puedes irte — anuncia con voz firme.

Asiento con la cabeza y me dirijo, por fin, a la salida.
El día estaba nublado hace un rato, pude verlo por una ventana, pero ahora que estoy fuera veo que también están empezando a caer algunas gotas de lluvia. Por aquí cerca no hay ningún lugar para refugiarse, así que simplemente me voy andando y dejando que me moje.

Esperaba este día con ansias, pero la verdad es que ahora me siento un poco perdido. No estoy seguro de qué hacer ni adónde ir. Lo más lógico sería ir a buscar a mi hermano Brick, pero lo cierto es que no me apetece mucho asomar por la sede de la empresa. Le llamaría, pero no tengo teléfono ni dinero, y la única forma que se me ocurre de conseguirlo... no, prometí dejar esa vida.

Me pregunto si Bellota estará en Townsville.
Bellota... la persona en la que más he pensado en este tiempo. Nunca creí que conocería a una mujer que me haría sentir de esta manera; como si de verdad valiera algo, más allá de mi irresistible físico. Una chica dispuesta a esperarme y darme una oportunidad a pesar de saber cómo soy y lo que he hecho. Hay algo en ella aparte de esos hermosos ojos verdes y ese trasero que hacía que se me cayera la baba, quizás sea su corazón de oro o esa química que noté desde el primer instante en que hablé con ella. No lo sé, pero sé que la necesito.
El beso que nos dimos me ha dado fuerzas en los momentos más oscuros durante estos cinco meses; el recuerdo de ese beso y el deseo de saborear sus labios muchas veces más. Y tengo claro que lo primero que haga cuando la vea, será darle un beso de esos que hacen que te tiemblen las piernas.

¡Atrapados! (Ppg y Rrb)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora