Capítulo 13: Sed de venganza.

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· Aviso: Lenguaje vulgar y violencia en algunas partes.
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Ha llegado el momento que tanto tiempo ha estado esperando: el de obtener su venganza.

Butch se planta delante del bar que tan bien conoce de antaño, el bar donde Ace se esconde y desde donde mueve los hilos. Abre la puerta y entra tranquilamente como un cliente más, el local está abarrotado de gente. Nada ha cambiado en esos dos años que no ha ido; ni la decoración, ni el orden del mobiliario, ni el personal. Mierda, el personal.

El barman que está de turno en ese momento le reconoce y se le queda mirando, parece inquieto. Deja la coctelera detrás de la barra y se encamina hacia algún sitio desatendiendo a los clientes. Butch ya sabe adónde va el susodicho: la puerta del fondo que da al piso de abajo.

Antes de que el empleado consiga llegar a la puerta, Butch le alcanza, saca la pistola y le apunta directamente. El tipo se queda quieto con las manos arriba y la gente que está más cerca de ellos se aparta asustada. Dos segundos más tarde, se oye un disparo y varias mujeres chillan.

— ¡Fuera todo el mundo! — grita Butch apuntando de un lado a otro, amenazador. — ¡He dicho fuera, hostia! — repite alzando aún más la voz y señalando la salida con la pistola.

Todos los presentes se abalanzan hacia la puerta y salen entre empujones, pisotones y gritos de pánico. Butch oye que algunos piden que alguien avise a la policía. No dispone de mucho tiempo.

En tan solo unos minutos el establecimiento se queda vacío pero la música sigue sonando. El ojiverde mira al barman, que sigue con las manos en alto y temblando como una hoja a punto de caer de su árbol.

— Tú también. ¡Fuera! — ordena y el hombre obedece sin rechistar.

La barra de hierro que usan para bajar y subir la persiana metálica de la puerta del bar está apoyada junto a la pared. Butch mete la pistola bajo su camiseta, entre el pantalón y su abdómen, agarra el palo y ahora sí, se dirige al punto que le interesa.

Abre la puerta que da al piso de abajo de una patada y baja las escaleras de dos en dos. Siente los latidos de su corazón cada vez más rápidos y fuertes, resonando en su cabeza cual tambores. Al final de las escaleras se topa con uno de los miembros de la banda apodado Serpiente, que seguramente se disponía a subir para ver qué pasaba arriba.
El tipo mete la mano en su bolsillo para sacar algo, probablemente un arma, pero Butch es más rápido y le golpea en el estómago con la barra. Serpiente cae al suelo retorciéndose de dolor y el moreno le mete la mano en el bolsillo para descubrir que iba a sacar una navaja; se la quita y sigue con su camino.

A su derecha hay otra puerta, la abre también de una patada para encontrar a otros dos miembros, Arturo y Genio, fumando y contando dinero. Estos al verle saltan de sus sitios, pero Butch saca la pistola.

— Quietos ahí, cabrones. Las armas donde pueda verlas. ¡Venga!

Los dos tipos sacan un cuchillo y un par de pistolas que Butch los obliga a tirar al pasillo. Antes de salir aprovecha para propinarle a uno una patada en las partes nobles y al otro un puñetazo en la boca.
Vuelve a cerrar la puerta con ellos dentro y la traba por fuera con la barra de metal. Pistola en mano, echa a andar con paso firme hacia la última puerta que queda: el despacho de Ace. Es hora de verse las caras.

La puerta está entreabierta y dentro se oyen voces; Butch la empuja y esta emite un leve chirrido al abrirse. La silla giratoria negra que hay tras la mesa llena de fajos de billetes está de espaldas a la puerta. Parece que hay dos personas en ella.

— Oh, ya habéis vuelto — dice una voz masculina desde el otro lado del escritorio y la silla empieza a girar lentamente. — ¿Qué estaba pasando ahí arri...?

¡Atrapados! (Ppg y Rrb)Where stories live. Discover now