Capítulo 16: La visita.

6.1K 577 75
                                    

Media hora después de que Bombón y Bunny habían salido para Sancity, Bellota se encontraba ante un dilema. ¿Había tomado la decisión acertada? No había sido correcto por su parte mentir a su hermana mayor respecto a sus planes, pero tampoco lo sería ignorar la petición de Butch sabiendo que probablemente necesitaba apoyo, fuera lo que fuera lo que había hecho. Porque ella seguía convencida de que no era malo, sabía calar a las personas y ese tipo tenía buen corazón. Estaba segura, solo tenía que hacérselo ver de alguna forma.

Estaba vestida y lista para salir, pero en cuanto se acercaba a la puerta la atacaba la inseguridad y volvía hasta el sofá; tres veces ya. Finalmente inspiró profundo para llenarse los pulmones de aire y partió rumbo a la cárcel de Townsville. Podía pedir un taxi, pero estaba nerviosa y no tenía tanta prisa por llegar, así que optó por ir andando.

Iba tan absorta en sus pensamientos que no supo cuánto tardó en llegar, pero el camino se le hizo extrañamente corto; para cuando se dio cuenta, ante ella se alzaba el edificio gris rodeado por una valla metálica y varios policías vigilando fuera. Uno de ellos le hizo un gesto con la mano dando a entender que podía pasar.

Bellota nunca había estado en aquel lugar. Había pasado cerca de allí, pero no había entrado. El sitio no era agradable, pero al entrar no le pareció tan terrible y siniestro como había imaginado. Tal vez porque ese era el espacio de cara al público, con sus ventanillas tras las cuales se ocultaban un par de hombres que gestionaban los papeles de quien entraba y salía; y varias sillas para que los que fueran pudieran sentarse a esperar. Y vaya si esperaban, una señora de expresión triste se quejó de que llevaba más de una hora allí. Bellota se temió que la hicieran esperar todo el día o que directamente no la dejaran pasar.

– ¿En qué puedo ayudarle? – preguntó uno de los funcionarios tras la primera ventanilla.

– Venía a visitar a un recluso, se llama Butch Him.

– ¿Puedo ver su documento de identidad? – la joven le enseñó el carné y el tipo lo revisó con detenimiento. – Espere un momento – le respondió el tipo y le señaló las sillas de madera que había a pocos metros de allí.

Los pasos de la ojiverde resonaron en el lugar mientras se acercaba a las sillas donde la señora de cabello negro, en el que se dibujaban ya algunas canas, jugaba con un anillo en silencio. Bellota se sentó a su lado totalmente tensa.

– Un momento, eso dicen siempre y luego te pasas horas esperando... - murmuró la mujer.

– Venga señora White, ya puede pasar a la sala de visitas – dijo el mismo hombre que había atendido a Bellota.

– Buena suerte – le susurró a Bellota antes de desaparecer por el pasillo.

La morena miró hacia la ventanilla esperando que le dijeran algo a ella también, pero tanto el primer funcionario como el otro tecleaban tranquilamente en sus ordenadores y tomaban café.

Le llegó un mensaje al móvil que resonó en la salita y que llamó la atención de los dos trabajadores. Uno le dijo que no hiciera ruido así que bajó el volumen. Su amiga Helen le preguntaba si quería salir a tomar un café con ella, Alice y Mandy; quedaron en verse por la tarde.

Tal y como la señora había dicho, Bellota tuvo que esperar bastante. Por fin la llamaron casi dos horas después y, con los nervios a flor de piel, siguió a un guardia puesto que nunca había estado allí y no sabía adónde tenía que ir.

El pasillo por el que pasaron se le antojó largo y por un momento se sintió como si fuera ella la prisionera. Y cuanto más se adentraban, más oscuro le parecía aquel sitio. Sin embargo, al llegar a lo que dedujo que era la sala de visitas, se sorprendió de encontrar un espacio más luminoso de lo que cabía esperar, con ventanas y todo.

¡Atrapados! (Ppg y Rrb)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora