Mi chica predilecta ©

PREFACIO

Por mucho tiempo había creído que mi vida estaba destinada a amar eternamente a Darien.

Que él, era mi alma gemela y que estábamos enlazados por la eternidad.

Pasara lo que pasara, estaríamos juntos y que nada nos podría separar.

Pero me equivoqué, me aferré ilusamente a la idea de que nuestro amor era fuerte. Creí que solo yo existía para él, así como yo solo tenía ojos para él.

Fue duro descubrir que yo no era suficiente, demasiado torpe para ser digna de que un hombre como él me amara. Mi corazón fue destrozado y pisoteado al descubrirme tonta y ver con mis propios ojos cuando besaba a otra chica.

Pero no todo fue en vano, pude conocer mejor a una persona muy especial. Una persona maravillosa quien fue mi apoyo durante ese tiempo de dolor y decepción.

Aceptar que Haruka me gustaba fue algo difícil, aunque desde el momento en que comencé a extrañarla supe que ella era especial para mí.

Reemplazó el rastro de besos viejos, por el suave toque de sus labios en mi piel; enjugó cada lágrima que atravesó mi rostro, reemplazándolas por sonrisas.

En sus brazos me siento protegida, me siento amada, me siento hermosa, me siento viva.

—Hmm, aquí huele exquisito —murmuró en mi oído haciéndome dar un brinco en mi lugar y un sonrojo se apoderó de mi rostro.

Ella siempre logra esas reacciones en mí, sin importar el tiempo que esté con ella, creo que nunca podré actuar normal al oír su sensual voz.

—¡Haruka! Deja de asustarme de ese modo —chillé tratando de arreglar el decorado del pastel.

—Me gusta verte sonrojada —se burló abrazándome por la espalda.

—Se ve delicioso —continuó diciendo mientras se colocaba al lado mío.

—Espero que te guste —respondí avergonzada.

A pesar de todos mis esfuerzos, no estaba segura de que el pastel fuera apto para degustar.

—¿Lo hiciste para mí? —la sonrisa en su rostro solo hizo que el rubor se acentuara en mi rostro.

Solo pude asentir y con un poco de temor, le ofrecí una rebanada del pastel recién decorado.

Sonriente le dio una primera probada y en su rostro se dibujó la satisfacción de haber probado algo delicioso.

—Está delicioso —ronroneó al levantarse de su lugar y se acercó a mí— pero yo, tengo hambre de algo más.

El sabor de sus labios estaba mezclado con lo dulce del pastel, sus caricias junto con el mar de emociones que lograba en mí, me llevaron al olimpo.

Por más que mi historia con Darien haya acabado, y eso me haya causado mucho dolor; Haruka me demostró que siempre había una segunda oportunidad para ser feliz.