A Serena la habían engañado con la absurda mentira de las almas gemelas y el destino.
Demasiado ingenua para no caer ante esos hermosos ojos, demasiado torpe para mantener su atención.
A Haruka le cegaron los desvaríos de un amor prohibido. Se entre...
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Por unos instantes Serena se emocionó al ver allí a Haruka, pero de inmediato sintió pánico y vergüenza.
—¿Por qué la invitaste a la fiesta? —preguntó intrigada con el ceño fruncido, seguían bailando muy pegados.
—¡Qué! ¿Yo? —nervioso contestó Darien tratando de alejarla de donde estaba Michiru— yo no… yo no la invité ¿por qué haría algo como eso?
No estaba demente para invitar a su amante a su cena de compromiso, Serena lo miró confundida pues le pareció muy raro su comportamiento.
—¿Entonces quien fue? Porque yo no he hablado con ella desde aquella noche, cuando fuiste a buscarme al departamento de Mina.
Darien la miró perdido «¿de quien rayos habla Serena?» pensó. Después de todo, asumió que no habló con Michiru luego de enterarse de su aventura con ella.
—Hablo de Haruka, Darien —al fin aclaró la muchacha molesta.
—Oh… —exclamó aliviado — sí, claro. Haruka. Yo la invité.
Afirmó restándole importancia, hizo girar a Serena y la volvió a tomar de la cintura balanceándola suavemente.
—¿Por qué? ¿No que no la querías cerca? —indagó insistiendo en una explicación.
Le parecía de mal gusto que, sabiendo de los sentimientos de Haruka hacia ella, la haya invitado a presenciar su compromiso.
No le costó a Darien enterarse de ello, ya que fue notorio el distanciamiento entre ambos y lo confirmó revisando las conversaciones de su prometida con sus amigas.
—Es obvio que ella quiere algo más contigo —rezongo el hombre mientras seguían danzando— era obvio que yo debía dejarle en claro que te perdió y que yo te he ganado.
Aquella respuesta tan petulante, encendió a Serena y llena de furia empujó a Darien, terminando con su baile.
—Haruka no me perdió, ni tu me “ganaste” —exclamó la muchacha simulando comillas con los dedos— ¡no soy un objeto que se pierde o se gana, Darien!
—¡Calmate! La gente nos está viendo —murmuró entre dientes fingiendo sonrisas a los invitados— sabes a lo que me refiero, Serena.
—No, Darien. No sé a que te refieres. Sinceramente no te entiendo.
Serena se volteó y apresurada se alejó de su prometido. Se estaba cansando de él.
—¿A dónde vas? —exigió frustrado— ¡Serena! Ven acá.
Iba a seguirla pero unas finas manos lo sujetaron del brazo.
—Deja de hacer el ridículo tras ella —ronroneo Michiru jugueteando con la solapa de su traje.
—¿Qué demonios haces aquí? —demandó disgustado alejándola de manera brusca— ¿Cómo se te ocurre venir a nuestra fiesta de compromiso?
—Oh, vamos Darien. Tú y yo sabemos que ésto es una farsa —replicó Michiru poniendo sus brazos en jarra— deja de jugar con esa niñita ¿no te cansas de andar rogándole?
