A Serena la habían engañado con la absurda mentira de las almas gemelas y el destino.
Demasiado ingenua para no caer ante esos hermosos ojos, demasiado torpe para mantener su atención.
A Haruka le cegaron los desvaríos de un amor prohibido. Se entre...
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"Alto y gentil Muy caliente para manejar Tú eres todo lo que quiero Eres todo lo que quiero Dulce como el néctar"
Días después...
Aquella mañana Serena alimentó a su gatita, tomó el desayuno con ganas y se arregló para ir a la cafetería de Lita. Envió un mensaje a Mina para confirmar la hora en que vendría a su casa y se marchó camino al trabajo.
Se sentía ligera, cálida, tranquila; como si se hubiera sacado un gran peso de encima, como si fuera otra. Era un alivio tener claro lo que sentía y ahora mismo, tenía menos miedo de lo que fuera a suceder.
Ahora lo único que le interesaba era el bienestar su bebé, tenía claro que nada era más importante que su embarazo fuera sano y que pudiera tener a su bebé sin complicaciones.
Se esforzó por concentrarse y hacer bien su trabajo, aprendió a hornear bizcochos con Lita y por un momento se imaginó a ella misma enseñando a su hijo en el futuro, o tal vez a su hija, en realidad eso no le importaba. Niño o niña lo amaría inmensamente.
-¡Es muy tarde! -chilló Serena lanzando el delantal amarillo y tomó sus cosas con premura- ¡voy a llegar muy tarde!
-¡Ten cuidado! ¡Nos vemos mañana! -voceó Lita despidiéndose de ella.
La muchacha salió corriendo de la cafetería directo a la estación de tren, había confundido las fechas de su próxima consulta con el ginecólogo y ahí iba, tarde como siempre.
Dobló en una esquina sin ningún cuidado, correteando con prisa hasta que chocó con alguien. De no ser por que la tomó de la cintura hubiera acabado en el suelo.
-¿A dónde vas con tanta prisa, bombón? -susurró curioso Haruka.
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Serena avergonzada agachó la mirada y se disculpó por no tener cuidado.
-Voy tarde a mi consulta pre-natal -musitó sonrojada, posó una mano en su vientre que se notaba apenas abultado.
